“Ya no quiero saber de qué planeta viniste, sólo quiero saber a qué estrella te vas…”

(Por Fernando Borroni*). – Ayer se fue el hijo más fiel, más noble, más leal que tuvo el pueblo argentino. Porque a Diego Armando Maradona lo parió el pueblo. El pueblo trabajador, el pueblo pobre, el pueblo sucio, el pueblo cabecita negra, el pueblo olvidado y marginado, lo parió un pueblo que necesitaba su súper héroe, para creer por un momento que era invencible, porque ese pueblo necesitaba parir a un Dios cercano, no a uno colgado en una cruz contado en grandes libros. Quería uno embarrado y sucio, que haya curtido su piel caminando siempre cuesta arriba, empujando la roca hasta la cúspide de la montaña como Sísifo y volviendo a empezar una y otra vez. Y lo consiguió y gambeteando miles de imposibles llegó al lugar que se le estaba prohibido. Porque a los pobres todo se le está prohibido, pero menos, desde que Maradona fue Maradona.

Se fue Diego, se ennudece la garganta de solo pronunciarla, algo se apagó definitivamente. Iván Noble dijo ayer: “Se acabó del todo la infancia” si, que cierto porque se apagó parte de la ilusión, porque desde ayer el mundo tiene menos magia. Aparecerán otras, claro, siempre y habrá que ir en su búsqueda, pero déjenme decir que como la de Diego no habrá.

Magia en la gambeta, en lo futbolístico, en la magia de cada pase, esa magia pícara, atrevida, irreverente. Pero la magia inigualable no solo es esa, sino la de que el muñeco de madera nacido para ser olvidado en un viejo y sucio baúl, pero que salió de él a las patadas y que echó a andar y que sin perder su madera cruda, natural se hizo tan pero tan humano que nunca lo toleraron.

Fiorito echó las raíces de ese árbol que nadie imaginó que haría de una llanura la selva donde se libraron luchas revolucionarias. La Paternal fue el barrio y el club que le calzó la camiseta y lo dejó ser…y fue.

Diego fue el mundo de lo posible pisando la realidad y no los salones de un simple deseo. Puedo cumplir mis sueños, viviendo donde vivo, padeciendo lo que padezco? ¡Miralo a Diego!, ¿Cómo no? Te la van a cobrar siempre, pero claro, anda.

Se fue un tipo común que le tocó ser el más importante, que nació vagabundo pero el mercado le decía rey, una y otra vez. Pero Diego vagabundeó toda su vida. Fue de aquí a allá buscando lo que buscamos todos en la vida; ser felices. “Si la vida es una búsqueda incansable de la felicidad, Diego nos allanó todos los caminos”. Y a la felicidad se la agradece: ¡GRACIAS DIEGO!.

¿Por el gol inimaginable a los ingleses? ¿Por qué Diego con su gol nos regaló el relato de Víctor Hugo Morales, y porque Víctor Hugo con su relato inmortalizó el gol de todos los tiempos? Si claro, pero gracias pero porque en ese gol vos Diego sabías y nosotros sabíamos junto con vos que estaba el dolor, la bronca por las vidas perdidas en esa guerra tan injusta como desigual en ese gol con la mano. Y ya que estas a su izquierda, devolvele la mano a Dios. Pero che Fernando: ¿Cómo compras la guerra con un partido de futbol? Por favor cuando hablamos de Maradona que los intelectuales se queden sentados y en silencio, que los moralistas de la vida ajena callen.

Como dijo ayer desde sus redes MILTON ARIAS uno de los miles de desconocidos que amaron a Maradona: “Si tienen un banquito moral al cual subirse y desde ahí señalar con el dedo, háganlo. Pero hoy les pido silencio nada más, por favor. El dolor se respeta. Y si no, nazcan de nuevo negros, petizos y en una villa y traten de ser los mejores del mundo en algo.

Gracias Diego, hermano, compañero, amigo, familia. Como puede ser que todos estos sentimientos nos unan con un jugador de futbol? No lo sé y no quiero buscarle explicación.

Quiero terminar estos minutos haciendo escuchar desde este micrófono de la 750 las voces de aquellos que lo amaron en silencio. Te vas con esa lluvia con la que seguimos llorando a Fidel”, escribió la brillante poeta Sol Giles. ”Diego tranquilo, te fuiste sin manchar la pelota, pero con tu partida la pelota se pinchó”, gritó Carlos al bajar de su taxi.

Y este humilde comunicador te pide con el alma apretada en el puño de la mano: Ya no quiero saber de qué planeta viniste, solo quiero saber a qué estrella te vas, para gritar un gol de selección mirándote a los ojos

Diego fue, es y será el barro que embarra la sucia pulcritud de los que mandan…Sus botines victoriosos siempre serán zapatillas rotas camino a las ranchadas, en donde eternamente se escuchará tu nombre y con él la vida, el sueño y la felicidad.

Adiós Diego descansa…

*Escrito por AM 750

Fuente: ADN RRio Negro