Una técnica restaura la visión en los ojos de un donante muerto

Un equipo de investigadores de EE.UU. ha dado un gran paso en para restaurar la visión. El equipo publica hoy un estudio en «Nature» en el que aseguran haber revivido las células neuronales encargadas en la detección de la luz en los ojos procedentes de un donante de órganos fallecido y, lo más importante, han restablecido la comunicación entre ellas. Esta información, aseguran, puede transformar la investigación sobre el cerebro y la visión.

«Hasta ahora, no había sido posible conseguir que las células de todas las capas de la retina central se comuniquen entre sí como lo hacen normalmente en una retina viva», señala la investigadora Anne Hanneken, del Centro de Investigación Scripps Memorial Hospital de La Jolla. «En el futuro, podremos utilizar este enfoque para desarrollar tratamientos que mejoren la visión y la señalización luminosa en ojos con enfermedades maculares, como la degeneración macular asociada a la edad».

Hanneken, que también es cirujana, cree que la capacidad de producir parches viables de tejido retiniano humano podría conducir a nuevas terapias para enfermedades que causan ceguera.

En el sistema nervioso central existen miles de millones de neuronas que transmiten la información sensorial en forma de señales eléctricas, mientras que en el ojo, las neuronas especializadas conocidas como fotorreceptores son las que perciben la luz.

La aproximación de este equipo ha sido estudiar la retina como modelo del sistema nervioso central para investigar cómo mueren las neuronas y descubrir nuevos métodos para revivirlas.

En una primera fase, explica la científica del Centro Oftalmológico John A. Moran de la Universidad de Utah, Fátima Abbas, autora principal del estudio, «pudimos despertar las células fotorreceptoras de la mácula humana, que es la parte de la retina responsable de nuestra visión central y de nuestra capacidad de ver los detalles finos y el color».

De hecho, destaca, «más de cinco horas después de la muerte de un donante de órganos, estas células respondían a la luz brillante, a las luces de color e incluso a los destellos de luz muy tenues».

Sin embargo, a pesar de que en los experimentos iniciales lograron revivir los fotorreceptores, las células parecían haber perdido su capacidad de comunicarse con otras células de la retina. La clave, según presenta este equipo, estaba en la privación de oxígeno como el factor crítico que conducía a esta pérdida de comunicación.

Para superar este reto, el equipo de Hanneken consiguió ojos procedentes de donantes de órganos transcurridos apenas 20 minutos desde el momento de la muerte. Además, desde el Centro Oftalmológico Moran se diseñó una unidad de transporte especial para restaurar la oxigenación y otros nutrientes a los ojos de los donantes de órganos.

Asimismo, también se construyó un dispositivo para estimular la retina y medir la actividad eléctrica de sus células. Con este método, se logró restaurar una señal eléctrica específica que se observa en los ojos vivos, la «onda b». Se trata del primer registro de la onda b realizado en la retina central de ojos humanos postmortem.

«Pudimos hacer que las células de la retina hablaran entre sí, como lo hacen en el ojo vivo para mediar en la visión humana», señala el investigador Frans Vinberg. «En estudios anteriores se había restaurado una actividad eléctrica muy limitada en ojos de donantes de órganos, pero nunca se había conseguido en la mácula, y nunca en la medida que hemos demostrado ahora».

Este proceso podría utilizarse para estudiar otros tejidos neurales del sistema nervioso central. Se trata, escriben, de un avance técnico importante que puede ayudar a los investigadores a comprender mejor las enfermedades neurodegenerativas, incluidas las de la retina que causan ceguera, como la degeneración macular asociada a la edad.

En el estudio de «Nature» se aportan datos de más de 40 ojos de donantes humanos.

Vinberg señala que este enfoque puede reducir los costes de investigación en comparación con la investigación con primates no humanos y la dependencia de modelos animales que producen resultados que no siempre se aplican a los humanos.

Aunque los ratones se utilizan habitualmente en la investigación de la visión, no tienen mácula. Los investigadores también pueden probar posibles nuevas terapias en células oculares humanas funcionales, lo que acelerará el desarrollo de fármacos.

«La comunidad científica puede ahora estudiar la visión humana de un modo que no es posible con animales de laboratorio», afirma Vinberg. «Esperamos que esto motive a las sociedades de donantes de órganos, a los donantes de órganos y a los bancos de ojos, ayudándoles a comprender las nuevas y emocionantes posibilidades que ofrece este tipo de investigación».

El estudio de «Nature» se suma a un conjunto de datos científicos que plantean cuestiones sobre la naturaleza irreversible de la muerte, definida en parte por la pérdida irreversible de actividad neuronal.

Ver los comentarios
Fuente: ABC