Trump y Biden se lanzan al esprint final de unas elecciones desconcertantes

Como han hecho ya 56 millones de personas, una cifra récord, Donald Trump depositó este sábado su voto en Florida, donde está empadronado en estas elecciones. La pandemia ha llevado a abrir las urnas mucho antes para facilitar el voto sin aumentar el riesgo de contagio, y el escenario que hay en este momento en Estados Unidos es insólito y desconcertante. Los expertos en sondeos y demoscopia están incluso más confundidos que en 2016, cuando ya fracasaron estrepitosamente en sus predicciones. A estas alturas hace cuatro años habían votado apenas seis millones de personas, según US Elections Project. Ahora esa cifra se ha multiplicado por nueve, y no sólo en bastiones demócratas como California o Virginia, sino también en estados fielmente republicanos, como Texas.

Tras votar, el presidente se embarcó en un maratoniano periplo de más de 4.000 kilómetros que le llevó de Florida a Carolina del Norte, y de allí a Ohio y Wisconsin. «La opción es entre un súper boom de Trump, o la cuarentena de Biden», dijo Trump en el primero de tres mítines. «Yo sé lo que necesitáis, necesitáis a Trump, no necesitáis a Joe, que hundiría la economía», añadió. Después repitió varias veces la palabra «Covid», acusando a los demócratas de usarla para infundir miedo, y que los republicanos no voten. «¡Y lo he superado y dicen ahora que soy inmune!», dijo.

Joe Biden, su parte, se está esforzando en convertir la elección presidencial en un referéndum sobre la gestión de Trump de la pandemia de Covid-19. Este sábado, su campaña le llevó a Pensilvania, el estado más decisivo junto con Florida en la elección. Fue pocas horas después de que se conociera que EE.UU. había batido el número de nuevos contagios diarios, más de 85.000.

«Ayer registramos el mayor número de casos desde el comienzo de la pandemia», dijo el exvicepresidente en un mitin en el que sus seguidores asistían desde los coches, con bocinazos en lugar de aplausos. Como en la víspera, Biden insistió en la idea de que EE.UU. «no está superando» el virus, ni este «va a desaparecer» a corto plazo, como dice el presidente Trump.

Lo cierto es que por mucho que hagan campaña los candidatos, las cifras de voto por adelantado reflejan que millones de personas ya se han decidido. La movilización a estas alturas no tiene precedentes. A día de hoy, han se han depositado un 40% de todos los votos de las elecciones de 2016, que fueron 136 millones. En EE.UU. una mayoría de estados permite no sólo votar por correo, sino también en urna días y hasta semanas antes del día de las elecciones, que este año cae el 3 de noviembre.

Participación demócrata

Es cierto que los estados que obligan a los votantes a registrarse en un partido u otro informan de que están votando muchos más demócratas que republicanos: 12 millones frente a siete millones, según los datos de US Elections Project. Pero eso sólo cubre 25 millones del total de 56 millones, y además el registrarse por un partido obliga a votar por ese candidato, por lo que esas cifras no son indicadoras de nada.

Lo cierto es que el presidente tiene también un papel importante en la supuesta desmovilización de los republicanos en el voto por adelantado. Lleva semanas denunciando fraude masivo, sobre todo por parte de aquellos estados que envían papeletas a todos los censados, aunque no las soliciten, y en el voto por correo. Aun así, la fiscalía aun no ha presentado denuncias por ese supuesto fraude. De todos modos, Trump sigue insistiendo. Este sábado, tras votar en una biblioteca en Palm Beach, cerca de su mansión de Mar-a-Lago, el presidente dijo: «Fue un voto muy seguro, más que cuando envías la papeletas por correo, ahí no hay seguridad».

Numerosos demócratas creen que con estas denuncias de fraude, Trump está sentando las bases para impugnar las elecciones en el caso de que pierda y el resultado sea muy ajustado. Ya en 2000 toda la nación quedó pendiente del resultado de Florida, que era decisivo. Pero hubo denuncias de irregularidades y al final el asunto llegó hasta la Corte Suprema, que ya entrado diciembre dio la victoria final a George Bush hijo.

Biden y el Supremo

El candidato demócrata también aprovechó para criticar a Trump y a sus aliados republicanos en el Congreso por «no tener tiempo» para aprobar un nuevo plan de ayuda contra la crisis económica provocada por la pandemia, pero que, al mismo tiempo, se dan prisa por confirmar a la juez nominada por el presidente para el Tribunal Supremo, Amy Coney Barrett. Biden definió a la magistrada como alguien «interesada en una cosa: eliminar Obamacare», en referencia a la reforma sanitaria aprobada en el Gobierno de Barack Obama. Biden ha propuesto una reforma —en el debate del jueves la calificó de «Bidencare»— que mantiene los seguros privados, pero incluye una opción pública.

Biden, que ha imprimido un punto de agresividad contra su rival en el final de la campaña, cerró el discurso con un ataque directo: «Todo el mundo sabe quién es Donald Trump. Mostrémosle quiénes somos nosotros. Elegimos esperanza frente al miedo. Unidad frente a la división. Ciencia frente a la ficción. Y, sí, el honor y la integridad frente a la mentira», dijo en un momento en el que Trump redobla las acusaciones de corrupción contra Biden por los negocios de su hijo Hunter en Ucrania y China.

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Fuente: ABC