¿Qué hay detrás de las dudas o el rechazo de algunos a la vacunación?

Los ciudadanos que no han recibido la inmunización frente al Covid-19 por dudas o rechazo a las vacunas suponen un importante porcentaje de los pacientes que actualmente están hospitalizados. A pesar de que algunos de los defensores de las teorías negacionistas hayan acabado falleciendo por el coronavirus y de que se está demostrando que la vacunación reduce las muertes por Covid-19 y la manifestación severa de la enfermedad. En este contexto, parece esencial comprender por qué determinadas personas rechazan o tienen dudas con la vacunación. Un nuevo estudio polaco, realizado en la Universidad Jagellónica (Cracovia, Polonia) y la Universidad SWPS de Ciencias Sociales y Humanidades (Wroclaw, Polonia) y publicado en la revista académica «Social Psychological Bulletin», pone sobre la mesa el impacto de la difusión activa de bulos llamativos contra las vacunas, así como la desconfianza en las grandes farmacéuticas, los científicos y los médicos.

En el estudio se utilizaron datos de un total de 492 participantes que se identificaron a sí mismos como dudosos u opuestos a la vacunación. El equipo de investigación, dirigido por la doctora Katarzyna Stasiuk, concluye que aquellos que rechazan la vacuna del Covid tienen una actitud negativa hacia las vacunas en general.

Los argumentos se recogieron durante una conferencia en la que personas opositoras a la vacunación explicaron sus posiciones. Curiosamente, aunque a menudo aseguraron que su opinión se basaba en su propia experiencia o en una experiencia negativa observada con las vacunas, cuando se les preguntó sobre su razonamiento, sus explicaciones fueron muy vagas. Muchos dijeron que no recordaban la fuente de información, mientras que otros atribuyeron el autismo, las alergias o los niños enfermos a las vacunas, a pesar de la falta de evidencia de esta correlación.

Según los autores del trabajo, estos casos pueden deberse a la tendencia de las personas a recordar informes negativos, incluso si solamente se han leído en internet.

El equipo de investigación también señala que cuando se recibe información similar de múltiples fuentes, las personas tienden a olvidar cómo la han aprendido, a menudo confundiéndola con su propia experiencia o la de sus seres queridos. Como resultado, podrían convertirse en otra fuente de información errónea.

En general, los antivacunas creen que éstas producen efectos secundarios negativos graves, no protegen al individuo ni a la sociedad contra las enfermedades infecciosas y no se prueban lo suficiente antes. Además, están convencidos de que los líderes antivacunas están mejor informados sobre las vacunas que los médicos, y que son más bien los primeros los que actúan en el interés público.

Por su parte, los participantes que mostraron dudas sobre la vacuna en la encuesta sí confiaban en su mayor parte en la eficacia de las mismas, así como en que se estaban investigando adecuadamente. Sin embargo, todavía eran susceptibles a las declaraciones del movimiento antivacunas sobre los efectos secundarios y la «conspiración de las grandes farmacéuticas».

En conclusión, los científicos señalan que la evidencia existente es bastante pesimista sobre la posibilidad de cambiar las actitudes de los oponentes a la vacuna y, por lo tanto, recomiendan que los esfuerzos se centren en persuadir al grupo que tiene dudas, de modo que se reduzcan sus preocupaciones sobre los efectos negativos. También sugieren que es necesario que se les presenten argumentos sociales sobre por qué los profesionales médicos recomiendan vacunas, a fin de fortalecer los puntos positivos de su actitud.

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Fuente: ABC