Pintan estrellas amarillas y lanzan “Alcohol cero”, pero los funcionarios no hablan del estado de las rutas, la corrupción de Lázaro y el descontrol de los guanacos

(Por: Rubén Lasagno) – En estos últimos días el gobierno provincial a través de sus funcionarios de Seguridad Vial han resaltado la penalización de los conductores alcoholizados, tras la adhesión al sistema de scoring, que personalmente creo es una medida acertada, teniendo en cuenta el nivel de permisividad existente sobre la conducción de vehículos por parte de irresponsables sin barreras inhibitorias producida por la ingesta de alcohol.

Sin embargo, para que esto sea realmente efectivo, igualitario y en beneficio de la sociedad, también debería penalizarse fuertemente la ingesta de droga y manejo, pero aparentemente, como es un discurso políticamente incorrecto, solo van contra el alcohol y no sobre los asesinos en potencia que salen a la calle habiendo consumido alucinógenos.

La ruta nacional Nº 3 entre Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia – Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz

Mientras en nuestro país siga siendo “un atenuante” el consumo de drogas al conducir, sin que al Estado le importe la vida del prójimo, las lamentaciones son discursos de oportunidad, sin ningún sentido práctico ni impacto positivo en la sociedad que lo padece.

Lo que los funcionarios provinciales no señalan y los medios no rescatan convenientemente, son otros elementos (además de los conductores alcoholizados) que contribuyen a la falta de seguridad en las rutas.

En pocas líneas les podemos mencionar los siguientes: mal estado del asfalto, con pozos, crestas, huellones, ondulación, falta de marcación, banquinas descalzadas y todo tipo de trampas en las que caen vehículos grandes y pequeños, con mayor propensión a sufrir accidentes graves, los autos o vehículos menores.

El gobierno provincial es principal responsable por el mantenimiento de las rutas en Santa Cruz y co-responsables del mal estado de la ruta nacional Nº 3, porque es el mismo signo político el que gobierna desde hace tres años.

Ruta Nacional Nº40 en Santa Cruz una de las obras que no finalizó Austral Construcciones - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
La ruta nacional Nº 40 en su tramo Río Gallegos – Río Turbio – Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz

Mauricio Gómez, titular de Vialidad provincial, no es incluido en los discursos sobre la inseguridad vial, preservándolo de las críticas y ocultando su responsabilidad directa sobre el estado lamentable de las mismas, tanto asfaltadas como las de tierra que aún existen.

Las estrellas amarillas sigue apareciendo sobre, por ejemplo, la ruta nacional Nº 3 para indicar simbólicamente donde ha perdido la vida un automovilista y en muchos casos una familia completa. Pero nada pasa de allí. Pintar un recordatorio es actuar sobre un hecho consumado, nadie o pocos, tienen presente que en realidad se podría evitar pintar esos símbolos ¿Cómo?, con más educación vial, adecuando las medidas preventivas necesarias, controlando, haciendo mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura y ejerciendo políticas proactivas y no solo discursivas, alrededor de un fenómeno que no es nuevo, pero nunca bien tratado.

Las autoridades gubernamentales que se rasgan las vestiduras enviando advertencias a la sociedad sobre la punición de faltas de tránsito, no abrieron ni abren la boca, no solo para denunciar el mal estado de las rutas que los autoinculpa, sino por ejemplo, para patalear porque los denominados “Postes de emergencia” al costado de la ruta nacional Nº 3, nunca funcionaron.

Ese recurso, tan útil para dar aviso en caso de emergencia, fue uno de los tantos actos de corrupción K, que las autoridades de tránsito han olvidado y los medios tampoco tienen presentes. Los ven, saben que son inertes, saben que detrás hubo un robo sistemático de fondos, aludiendo dar seguridad social en las rutas y nada de eso ocurrió. Sin embargo, los mismos que hablan de alcohol cero y pintan estrellas amarillas, tienen un blanco en la mente, que los muestra razonablemente cómplice de estos delitos, por omisión.

Otro tema que parece no estar en la agenda de los funcionarios de seguridad vial, son los carnet de conducir truchos que algunos municipios dan, con organizaciones del propio personal municipal involucrado.

La provincia parece ajena a este fenómeno delictivo que pone a toda la sociedad en peligro. Seguimos controlando la alcoholemia (lo cual está bien), pero dejamos pasar (y denunciar) la corrupción municipal. Tal vez, como sucede en la Municipalidad de Río Gallegos, podría estar vinculado a que el intendente Pablo Grasso (FPV) es el candidato de Alicia, quien finalmente, es la jefa de la Subsecretaría que se ocupa de estos problemas.

Y otro eterno problema que jamás la provincia se ocupó de resolver, es la sobrepoblación de guanacos que llegan a las rutas y anualmente matan a muchas familias. Nunca hubo control ni planificación de la fauna, como si hacen otros países, donde al animal no se lo elimina, sino que se adoptan medidas de control de la especie y reproducción, para evitar lo que pasa en Santa Cruz donde los guanacos quintuplican la cantidad de habitantes y atestan las rutas cobrándose vidas humanas.

La ruta nacional Nº 3 entre Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
La ruta nacional Nº 3 entre Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia – Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz

Es increíble que desde los sectores oficiales, en vez de tomar medidas concretas (cosa que nunca han hecho), se limiten a simplificar todo a un simple “El conductor debe ser responsable, bajar la velocidad y conducir con prudencia”. Esa es una verdad de Perogrullo, una obviedad, una advertencia que intenta disminuir la responsabilidad propia.

Quien argumenta eso, es alguien que desconoce su propia responsabilidad sobre el problema y además, desconoce cuál es el objetivo de la infraestructura vial en una provincia o país.

Las rutas son vectores de circulación rápida, lo cual no quiere decir que se deba ir a 180 kms/h; solo basta que un vehículo circule a 80 o 100 Kms, para que el cruce de un animal, genere una reacción inadecuada de un conductor o ante un inevitable choque, una familia sufra consecuencias que de alguna manera, podrían haberse evitado. La única respuesta (casi automática) es pintar las estrellas amarillas y sacar una escueta nota en los diarios locales, donde se describen las consecuencias, pero se omiten los detalles del cómo y el por qué de cada accidente.

Volvemos al concepto inicial: no basta con hablar, discursear o resaltar una medida puntual que, como el alcohol cero, puede ser buena y eficaz, pero no alcanza. No vale de nada correr con un tarro de pintura amarilla para marcar un lugar y advertirle a la sociedad que allí murió alguien quien se transforma automáticamente, por omisión, en sospechoso de haber cometido una imprudencia, antes de saber si el error fue humano, técnico o producto del mal estado del camino o los animales, lo cual implica la ausencia del Estado como mecanismo de control.

LA AVENIDA DE LÁZARO

Hay una sola verdad: hace muchos años que el tema vial es un karma en Santa Cruz. Hemos denunciados las rutas criminales y la inacción de los responsables para resolver problemas básicos. De la experiencia recogida, hemos llegado a la conclusión que mientras no ocurra un accidente donde esté implicado alguien del poder o algún familiar cercano, las cosas no se resuelven ni se atenderán.

El ejemplo más claro fue que cuando la Avenida Balbín se hizo en Río Gallegos, el municipio se negó sistemáticamente a la semaforización de una arteria que era tomada como pista de carreras, todas las madrugadas.

Muchas personas perdieron la vida o quedaron inválidas en choques producido por la irresponsabilidad de conductores que aceleraban como en un autódromo. Una semana antes, una señora trabajadora de limpieza en una escuela falleció y su nieto quedó muy mal, como consecuencia de un cruce sin semáforo en la Avda Balbin.

Una semana después, en la madrugada de un domingo, un joven chocó a alta velocidad contra un poste de luz en la misma avenida. Se trató, desgraciadamente, del hijo de Alessandra Minicelli, esposa de Julio de Vido.

El escándalo estalló, las presiones y las broncas políticas movilizaron a los responsables municipales y provinciales y en menos de un mes, la avenida Balbín fue semaforizada; pero ya era tarde, debió morir mucha gente antes, para que algunos entendieran el valor de cada vida, aunque no sea la propia o la de sus allegados. (Agencia OPI Santa Cruz)

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Fuente: OPÏ Santa Cruz