Los fracasos de Sánchez en la UE: sin presidencia del Eurogrupo ni socialista al frente de la Comisión

Cuando llegó a la Moncloa, una de las grandes pretensiones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, era elevar a España a los altares de la Unión Europea (UE), situando al país en la primera línea de decisiones de Bruselas y ganando un peso que los hechos demuestran que se le ha escapado de las manos. La última prueba de este fracaso se produjo ayer, con la ministra de Economía, Nadia Calviño, perdiendo la presidencia del Eurogrupo frente al irlandés Pascal Donohoe, una derrota que se derramó como un jarro de agua fría sobre Madrid. Solo un día antes, la ministra de Exteriores, Arancha González-Laya, había renunciado a la carrera hacia la presidencia de la Organización Mundial del Comercio (OMS), después de que el apoyo de Estados Unidos a su candidatura quedara en entredicho, en un momento en el que las relaciones con la Casa Blanca se tambalean.

Con estas noticias tan poco esperanzadoras, Sánchez parece desorientado a nivel internacional. No es la primera vez que el presidente se enfrenta a una decepción en sus ambiciones más allá de nuestras fronteras. Estos episodios tienen su antecedente en otro fracaso que cosechó hace apenas un año, cuando no consiguió que un político de la familia socialista se hiciera con la presidencia de la Comisión Europea (CE), que finalmente fue a parar a manos de la alemana Ursula Von der Leyen, exministra de Defensa en el Gobierno de Merkel. En esa ocasión, se tuvo que conformar con que Josep Borrell, en su día presidente del Parlamento Europeo (PE) y buen conocedor de los pasillos de Bruselas, se hiciera con el puesto de Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

Berlín, París y Washington

Tras esos tropiezos, el deseo de convertir a Madrid en la tercera columna de la UE parece deshacerse como una ilusión poco consistente. A finales de mayo, se supo que la canciller de Alemania, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se disponían a hacer una gran declaración con calado europeo. Fue el día 18, cuando anunciaron un fondo de reconstrucción de 500.000 millones de euros para enfrentar la crisis económica provocada por el coronavirus. De nuevo, en los despachos de Berlín y París se mantenían conversaciones donde Sánchez parecía no participar, a pesar del golpe asestado por la pandemia en España.

Además de su desplazamiento en las discusiones europeas, Sánchez también tiene que enfrentarse a la mala sintonía en la que transcurren sus relaciones con Washington. El pasado febrero, ABC informó de que un alto funcionario estadounidense había lamentado que Madrid se hubiera convertido en el gran obstáculo de la UE para una política común de rechazo del régimen chavista en Venezuela. Ese mismo mes, el presidente del Gobierno había calificado al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, de «líder de la oposición», degradando su legitimidad. Por entonces, la Monclao lidiaba con el llamado «Delcygate».

Ante este panorama, la última apuesta de Sánchez para ganar un organismo internacional es que el ministro de Ciencia e Inovación, el exastronauta Pedro Duque, acceda a la presidencia de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). Solo el tiempo dirá si logra que esa ambición sí salga adelante.

Fuente: ABC