Los candidatos demócratas abofetean a Bloomberg en un debate volcánico

Todas las quinielas apostaban a que el debate entre candidatos demócratas de la noche del miércoles fuera un 'todos contra Michael Bloomberg', el multimillonario que en una campaña exprés y a golpe de talonario ha ascendido como la espuma en las encuestas. Pero nadie se esperaba una zurra como la que se llevó el ex alcalde de Nueva York, al que le llovieron bofetadas de todos lados en un debate bronco. Sobre todo, se esperaba una reacción más vigorosa de Bloomberg, al que se le vio sin reflejos y que pagó la falta de rodaje en el ruedo electoral.

El líder izquierdista Bernie Sanders, que abrió el debate por su condición de líder en las encuestas, apenas tardó segundos en dedicar el primer ataque a Bloomberg, por su política de detenciones arbitrarias a minorías raciales en Nueva Yok, un asunto por el que después le caerían más palos. No había acabado Sanders de atacar, ni Bloomberg de responder, y la también izquierdista Elizabeth Warren ya estaba con la mano levantada y el gesto impaciente para lanzar otra andanada contra el multimillonario.

«Me gustaría hablar de contra quién estamos compitiendo: un multimillonario que llama a las mujeres 'fulana fea' o 'lesbiana cara de caballo'», arremetió Warren. «Y no, no me refiero a Donald Trump. Hablo del alcalde Bloomberg», dijo sobre el lengua sexista del que se acusa al nuevo candidato de haber utilizado en el pasado.

Warren, que necesitaba como agua de mayo un buen debate, se puso los puños de fiscal contra Bloomberg y volvió a la carga en numerosas ocasiones. La más efectiva fue cuando le preguntó cuántos acuerdos de confidencialidad había firmado con empleadas de su compañía para que no revelaran ataques sexistas y le exigió que, en ese mismo momento, en directo por televisión, se comprometiera a liberar a esas mujeres del secreto para que se conociera toda la verdad.

Fue sorprendente que Bloomberg no tuviera sus defensas mejor preparadas para ataques como este, que eran previsibles. Se limitó a decir que los acuerdos de confidencialidad fueron «consensuados» y la pifió cuando dijo que lo que ocurrió es que a esas mujeres «no les gustó un chiste que dije».

Warren aprovechó el asunto para dudar de la capacidad de Bloomberg para ganar a Trump en una eventual elección: «No vamos a derrotar a Trump con un hombre que tiene a saber cuántos acuerdos de confidencialidad y con el goteo de historias de mujeres que dicen que han sido atacadas o discriminadas por él».

Joe Biden, el candidato que fuera favorito y ahora está en horas bajas, fue a rebufo de Warren en varios de los ataques e inauguró otros, como la exigencia de que presente sus impuestos, algo que Bloomberg dijo que hará «en las próximas semanas». Biden también trató de cobrar protagonismo con acusaciones de que el multimillonario había criticado en su día a Obamacare, la reforma sanitaria del que fuera presidente de EE.UU., y con quien Biden sirvió como vicepresidente. No le sirvió de mucho: Biden volvió a naufragar en el debate, se quedó fuera de las grandes discusiones, tuvo que reclamar su turno de palabra para no aportar gran cosa y cayó en la irrelevancia. Tiene que remontar este sábado en Nevada los dos fracasos cosechados en Iowa y New Hampshire y apunta a que no lo conseguirá.

Amy Klobuchar, otra de las candidatas que, como Biden, busca conquistar el voto moderado también se fajó en los ataques a Bloomberg, a cuya campaña acusó de exigir al ex vicepresidente, a ella y a un tercer moderado, Pete Buttigieg, que dejaran paso al ex alcalde de Nueva York para ser capaces de contener el empuje de Biden antes de que sea demasiado tarde.

Quizá no les faltaba razón a los asesores de Bloomberg. El gran vencedor ayer fue Sanders. Lidera las primarias y, sin embargo, apenas tuvo que sacudirse un par de ataques sobre su falta de transparencia a la hora de presentar informes médicos -sufrió un ataque cardiaco el pasado otoño- y sobre cómo pagará sus ambiciosos planes sociales. Sanders se encamina a una nueva victoria en Nevada, después de haber ganado en New Hampshire y de un posible empate técnico con Buttigieg en Iowa (todavía no se ha acabado el recuento). Si el voto centrista sigue dividido hasta el Super Martes, el 3 de marzo, donde se pondrán en juego una quincena de estados, la diferencia de delegados de Sanders podría ser difícil de remontar.

El único que pareció darse cuenta de ello fue Buttigieg, que encontró una manera de atacar a la vez a Sanders y Bloomberg. Los calificó como las «figuras más polarizantes» de las primarias, cada una desde su polo opuesto: «Bloomberg cree que puede comprar las elecciones», dijo del candidato que ha gastado más de 400 millones de dólares en anuncios y ha creado un ejército de más de dos mil empleados de campaña; mientras que Sanders «está dispuesta a quemar la casa», apuntó sobre las ansias revolucionarias del veterano senador.

Buttiigieg tuvo un buen desempeño, como en todos los debates, pero quizá necesita más. Despuntó en Iowa y New Hampshire como la posible opción del voto moderado, pero Bloomberg amenaza con comerle muchos apoyos, al igual que Klobuchar, que tuvo un buen resultado en New Hampshire. De hecho, Buttigieg y Klobuchar mantuvieron algunos de los enfrentamientos más ácidos de la noche, con acusaciones de tono personal, en una muestra clara de que se juegan ese electorado y van a la desesperada.

El debate, celebrado en Las Vegas, la principal ciudad de Nevada, dejó a Bloomberg magullado, pero muy lejos de quedar derrotado. Dejó detalles de su mejor carta de presentación: una alternativa a un socialista como Sanders que puede ganar a Trump en otoño. Cuando le preguntaron si permitiría que hubiera representantes de trabajadores en los consejos de administración de las empresas, como había sugerido Sanders, logró su respuesta más efectiva: «No»; dijo tajante. «No me puedo imaginar una mejor manera de facilitar la reelección de Trump que escuchar esta conversación. Es ridículo. No vamos a tirar por la borda el capitalismo. Ya lo intentamos. Otros países lo hicieron. Se llamó comunismo, y simplemente no funcionó».

Bloomberg seguirá centrado en su estrategia, ganar mucho en los estados del Super Martes para convertirse en la opción moderada. Con decenas de millones de dólares en anuncios, podrá lamerse las heridas.