Laschet endurece la campaña pero no logra un cambio de tendencia en las encuestas

El segundo debate electoral televisado, a quince días de las urnas y en franja horaria de máxima audiencia que ocupa habitualmente la serie que facturan las televisiones públicas alemanas, 'Tatort' (Lugar del crimen), ha dado un último impulso al candidato socialdemócrata, Olaf Scholz. La encuesta de INSA realizada inmediatamente después del debate repite resultado y otorga a Scholz el 26% de los votos, mientras que deja a la CDU de Armin Laschet con solamente el 20,5%. La única sorpresa que cabe ya esperar es la que pueda esconderse en el voto por correo, en unas elecciones en las que el porcentaje del voto a distancia será muy superior al habitual y que en su mayoría, según avanzan los expertos, ha sido ya emitido antes de la campaña.También pueden terminar jugando un papel las horquillas en las que las encuestas muestran sus resultados: 25% a 27% para el Partido Socialdemócrata (SPD) y 19% a 25% para la Unión Cristianodemócrata.

Complaciendo a quienes pedían más dureza que en el cordial primer debate, donde los candidatos posaron como futuros socios de coalición, Laschet desplegó esta vez en el plató de televisión de la cadena ZDF toda una serie de munición contra su oponente que hasta ahora había mantenido al margen. Exigió responsabilidades a Scholz, como ministro de Finanzas del actual gobierno, por los escándalos financieros que han marcado la legislatura y por los que no se le habían pedido cuentas hasta ahora.

Se refirió al caso 'Wire Card', al caso 'Cum Ex' y a la reciente redada que agentes de la Fiscalía han llevado a cabo en el Ministerio de Finanzas, en busca de funcionarios implicados en un caso de lavado de dinero. Laschet acorraló a Scholz con acusaciones en un tono justiciero y casi agresivo. Markus Söder, presidente de Baviera y líder de la hermana CSU, que llevaba semanas clamando por un endurecimiento del tono de la campaña, declaró que esperaba firmemente un «cambio de humor» a favor de la opción conservadora. «Ha sido una actuación convincente y en mi opinión una clara victoria por puntos para Armin Laschet. Abre la puerta un cambio de tendencia y da viento de cola para el impulso final», dijo. Pero la reacción de Scholz propició que el público, que mayoritariamente cierra el fin de semana con la serie sobre investigaciones criminales de la policía alemana en los distintos Bundesländer, percibiese a Scholz en el papel de víctima. Mostró su lado más humano, mientras era atacado.

Gesto de dolor

Scholz suele ser un político que se controla al máximo sus emociones. No goza de una gran oratoria y a veces trastablillea al hablar. Se expresa siempre de manera objetiva, con datos por delante, sirviéndose de frases breves y en voz bastante baja. En Berlín circula el rumor de que el sistema de micrófonos en el gabinete de ministros ha sido adaptado especialmente para él, con un aumento de volumen, lo que su gente tacha de difamación. En el debate, durante la retahíla de acusaciones sobre su gestión al frente de Finanzas, se pudo observar un gesto de dolor en su semblante y cómo sus orejas se enrojecían por momentos, pero no mostró ira, sino talante de mártir. «Señor Laschet, ha repetido afirmaciones falsas tres veces, está retorciendo los hechos muy conscientemente. Está emitiendo impresiones equivocadas y lo está haciendo por motivos deshonestos», se limitó a responder.

Scholz, en realidad, trabajó su imagen de candidato calzado con las botas de ministro de Finanzas y desde mucho antes de que comenzase la campaña. Como número dosdel gobierno de Merkel, se ha mostrado en todo momento sucesor natural de la canciller alemana, a pesar de que trabaja exactamente en el sentido contrario que la austera Merkel. Apenas comenzó la pandemia, se deshizo del «cero negro», la rígida política presupuestaria que ha mantenido la estabilidad fiscal de Alemania durante las últimas crisis y que venía haciendo del ministro a cargo de esta cartera una autoridad bastante antipática.

Según el proyecto de presupuestos generales para 2022, que lleva su firma, Alemania emitirá unos 470.000 millones de euros en nueva deuda. En solo tres años, el gobierno federal aumentará su carga de deuda en un 50%. Y además se ha presentado como el conseguidor en Bruselas de las excepcionales ayudas europeas contra la parálisis económica de la pandemia.

Cerrado en banda

Para rematar, se niega en banda a dar pistas sobre sus intenciones de coalición de gobierno. Laschet, que garantizó que no se asociará ni la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), ni con la extrema izquierda de Die Linke, retó una y otra vez al socialdemócrata a definir por adelantado si está dispuesto a formar gobierno con estos últimos, contrarios por ejemplo a la OTAN y a la relación trasatlántica, a lo que Scholz se negó. «El duelo entre Armin Laschet y Olaf Scholz permanece. Cuál de los dos liderará el próximo gobierno lo decidirán los socios que necesiten para ello. Olaf Scholz tiene abiertas varias opciones. Armin Laschet no puede convertirse en canciller sin los Verdes y los liberales del FDP», acota Hermann Binkert, jefe del instituto demoscópico INSA, con los Verdes en las encuestas en el 15% y el FDP en el 12,5%.

Queda además una inesperada reedición de la gran coalición con cambio de cabeza, que contaría con un ajustado 46,5% y mayoría parlamentaria. En la Casa Konrad Adenauer de Berlín comienza a mencionarse esta opción en los pasillos. «No estamos en el proceso de formar un gobierno, sino en promover el camino correcto para nuestro país. Y creo que todavía tenemos mucho tiempo después de las elecciones para ver quién está formando una coalición con quién», han sido las impenetrables palabras de Laschet al respecto.

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Fuente: ABC