La UE se prepara para comenzar el lunes la negociación con Londres de la futura relación comercial

Esta vez, el negociador europeo, Michel Barnier, ha tenido una reacción que podría considerarse como apática a la publicación del documento con las líneas generales de la posición británica ante la negociación de las futuras relaciones comerciales con la UE. «Tomamos nota del mandato británico que acaba de ser publicado. Discutiremos nuestras posiciones el lunes. Nos mantendremos estrictamente dentro de nuestros compromisos anteriores reflejados en la declaración política. Queremos una asociación justa y ambiciosa con el Reino Unido en el futuro».

Es evidente que con esta frase publicada en su cuenta en Twitter ya no se estaba dirigiendo, como hasta ahora, a un miembro de la familia europea, sino a un país tercero del que se presupone que tiene intereses diferentes.

Los portavoces de la Comisión a los que se les preguntaba este jueves por el tono de la declaración británica, en la que aparecen como líneas rojas ciertos aspectos difíciles de aceptar por Bruselas, tampoco le han dado importancia al documento y han considerado como «prematuro» cualquier juicio sobre el desarrollo de las negociaciones que empiezan el lunes.

Dada la manifiesta exclusión de la posibilidad de pedir una nueva prórroga, la eventualidad de que a finales de este año se produzca una separación traumática sigue estando en la paleta de opciones que maneja el primer ministro británico, Boris Johnson.

El «Singapur del Támesis»

De todo lo que contiene el mandato británico, la cuestión del rechazo a seguir aplicando la regulación europea para acceder al mercado único es la parte más complicada, porque si una cosa tiene clara la Comisión es que no aceptará en ningún caso que el Reino Unido pueda convertirse en una especie de «Singapur del Támesis» y que sus empresas puedan competir con las europeas sin respetar los estrictos criterios legales, laborales y medioambientales que tienen que asumir estas.

La idea de Johnson de obtener un acuerdo de libre comercio similar al que la UE concedió a Canadá no puede materializarse si no hay una vinculación legal a la regulación europea precisamente porque el Reino Unido está al lado de la UE y su capacidad para competir con la economía europea es mucho mayor que la del país norteamericano.

En este sentido, la comparación solo puede ser con el acuerdo que Canadá tiene con Estados Unidos, mercado al que Johnson pretende acercarse y que no acepta tampoco discutir sus regulaciones para aceptar la entrada de productos de otros países.

El aspecto más dramático de las negociaciones será sin embargo el del mercado financiero, en el que determinados operadores como los seguros piden a Johnson que acepte las reglas europeas. La UE ya ha dicho que no concederá una equivalencia genérica para todos los sectores y que sin una supervisión europea el sector financiero británico no podrá operar en el continente.