La escasez de productos incluidos en el programa de precios cuidados es otra expresión del descalabro económico en el que ha caído el gobierno nacional, con su penoso impacto en los devaluados bolsillos de infinidad de argentinos que asisten con natural angustia a la escalada del dólar, aunque no tengan posibilidades de refugiarse en dicha divisa.
Es un acto reflejo. Sube el verde, se disparan los precios -también las especulaciones- y faltan productos, en virtud de la consabida cadena de reposición. Comprar más caro de lo que vende resulta lógicamente letal para cualquier comercio.
Tanto en Neuquén como en otras provincias, los organismos concebidos para garantizar el cumplimiento de las reglas de protección al consumidor, constataron que la mayoría de los comercios en los que se realizaron inspecciones, no cumplían con la cantidad de productos que establece precios cuidados.
Aquí las inspecciones se realizaron en supermercados tanto de la capital como de otras grandes ciudades, y sus responsables explicaron que los proveedores no envían los pedidos o lo hacen en forma parcial. Los precios cuidados fueron concebidos para asegurar el acceso a productos de la canasta básica alimentaria, pero en medio del descalabro nacional no funcionan como deberían ¿Y los productos que están por fuera de ese programa? En fin, tal es la debacle que los índices mensuales de inflación quedan lastimosamente viejos frente a la remarcación que se advierte en las góndolas.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) una familia argentina necesitó, en junio, 104.216,80 pesos para no ubicarse por debajo de la línea de pobreza. Esa cifra también quedó vieja. El primero de junio, el dólar blue cotizaba a 206 pesos y el viernes último cerró a 338 pesos; así no hay precio que aguante ni bolsillo que lo resista.
