Hay un drama económico que no se muestra

La medida de la realidad del drama económico que subyace en las profundidades de la pandemia y la cuarentena, no se tiene oficialmente. El INDEC informa cuando quiere. Las provincias dependen de esa información porque no hacen encuesta de hogares. En Neuquén, pues, no se sabe a ciencia cierta cuánta pobreza hay, cuánto desempleo. Sí se tienen testimonios, sectoriales, individuales. Hay cierta desesperación, por ahora soterrada, ante un panorama de retracción fuerte de la actividad económica.

En el país, la actividad económica cayó 19,2 por ciento en abril, respecto de abril del año pasado. Esto, según la medición del Índice General de Actividad (IGA) que hace la consultora Orlando Ferreres y Asociados. Esa caída es general y abarca todos los distritos, en mayor o menor grado, según la actividad económica dominante en cada región. En el caso de Neuquén, la caída de la producción petrolera, que refleja la caída de actividad económica general, fue de 25 por ciento.

El drama petrolero, que es coyuntural pero igualmente importante en cuanto al daño, golpea en principio en las arcas del Estado, con mucha contundencia; y, de allí, se expande hacia la sociedad toda. La recaudación de abril en Neuquén sufrió una caída de 50 por ciento respecto del mes anterior. El gobierno de Omar Gutiérrez recurrió a los bonos (letes, específicamente), y pagará con ese instrumento, hasta 4 mil millones de pesos, en principio, a los proveedores.

Los proveedores son empresas, en general, que a su vez sufren la postergación de sus acreencias, y también, el mecanismo que se usará para pagarlas. La incertidumbre sigue, no se aplaza por el hecho de conocerse con qué se les pagará. En concreto, porque hay dudas acerca de la utilidad concreta que tendrán los bonos. Es decir ¿servirán para algo? ¿Podrán suplir al dinero? ¿Se podrán cambiar por dinero? Mientras se atropellan las preguntas, cada proveedor hace los deberes en el Banco Provincia, porque, si no, queda hundido, como en el juego de la batalla naval.

“Me dijeron que plata no hay. Que están esperando que llegue desde Nación, que no da abasto con la fabricación de billetes”, comentó un desesperanzado operador de una de esas empresas, al contar cómo estaba la situación en estos días. La referencia, que permite recordar otras épocas y otros bonos, ilustra sobre cierto dramatismo, que surge de las urgencias de tener que enfrentar obligaciones. Las principales, son las salariales. Y se transmiten directamente al sector más vulnerable, el de la gente que depende de un sueldo para vivir.

Lo peor del panorama es la incertidumbre. De alguna manera, el discurso político se orienta al deseo de que las cosas mejoren, más que a la certeza de anunciar cómo las cosas mejorarán. El tema de la deuda, el default y lo que pueda ocurrir, es una espada de Damocles que pende cada vez más cerca del cuello del presidente Alberto Fernández.

Este jueves, el gobernador Omar Gutiérrez escribió un tuit que dice, exactamente: “El acuerdo con los bonistas debe servirles a los argentinos y debe resolver los problemas de endeudamiento en el presente y para el futuro. Restaurar la sostenibilidad de la deuda es una política de Estado. Todo nuestro apoyo al ministro @Martin_M_Guzman y al presidente @alferdez”.

¿Augura un acuerdo, o simplemente expresa el deseo de que haya un acuerdo? Es difícil separar conceptos, desentrañar los vericuetos actuales de la retórica política, que le hacen decir, por ejemplo, al propio Presidente, que la culpa de cómo está la economía “no es de la cuarentena, sino de la Pandemia” ¿Qué puede importarle eso a un ciudadano que no llega a fin de mes con el dinero necesario? ¿No es acaso una frase dirigida más a los adictos de las redes sociales que al pueblo propiamente dicho?

.

Fuente: Diariamente Neuquen