Gutiérrez, ante el desafío de gestionar con la mitad de los recursos

Mientras el ejercicio competitivo de la política busca salir a la superficie de la cuarentena más larga del siglo, un poco a pesar de, otro poco gracias a, los números fríos de la economía fría asustan a cualquiera, incluso al más optimista. No se trata ya de calificar la realidad en función de estados de ánimo, sino de prepararse para el tsunami de franqueza objetiva que sacudirá a la provincia apenas se disipen los humos de las simulaciones.

Ya termina mayo, y se llega a un mes clave porque es el de la mitad del año, junio. Conviene recordar que este no es un año normal, un año en que plácidamente el ciudadano medio calcula cuánto le ingresará con el aguinaldo para planificar las vacaciones de invierno. Este año no hubo clases. Las escuelas estuvieron cerradas. La educación a distancia demostró claramente que no es lo mismo que la presencial. Mucha gente no pudo trabajar. Empresas cerraron, comercios nunca más abrirán sus puertas. En Neuquén se cayó la principal actividad económica, la del petróleo. El Estado perdió recaudación y sigue perdiendo. No es hora de hablar de aguinaldos, sino de cómo reducir el margen de incertidumbre.

La recaudación del Estado que administra el gobierno de Omar Gutiérrez recaudó en mayo, por todo concepto, unos 6 mil millones de pesos. Es la mitad de lo que había recaudado en marzo. Los impuestos provinciales, la coparticipación, las regalías. Todo cayó a la mitad. El 50 por ciento menos de ingresos es un porcentaje dramático. Inédito en la historia de la economía estatal neuquina. El precio del barril de petróleo con el que se liquidaron las regalías osciló en los 22 dólares. En algunos casos, hubo compañías que liquidaron con base en 11 dólares el barril. Además del tema precio, cayó la producción. ¿Cuánto? En petróleo, el 25 por ciento. En gas, un poco menos.

Frente a esto, el optimismo por la puesta en marcha del precio sostén de 45 dólares el barril, es acotado. “No más que un alivio, no más que eso”, dicen en el gobierno. ¿Qué se quiere decir? Que no es la solución al problema, que hará falta conjugar muchos factores, y atravesar todavía lo peor de la crisis de la pandemia y la deficiencia estructural de la economía argentina. Porque el escenario no es bueno. Como se había previsto, el camino del default no presenta soluciones per se; y, además, no aparece ni se esboza ningún plan que marque un rumbo. Lo único que hay es una perorata que ya comienza a cansar, por insustancial y desubicada. Todos, todos, saben que de esta coyuntura sólo se saldrá con sudor y lágrimas, o con la mezcla de ambos, a través del trabajo duro. Más esfuerzo, más sacrificio. Algunos, pocos, se animan a decirlo. Otros, prefieren sumergirse en puestas en escena de la coyuntura. Muchos, enredarse en polémicas fatuas, acerca de sobrinos no saludados y parodias inconvenientes.

La semana que pasó, con este contexto, mostró el final de lo que un sector presentó como una lucha proletaria heroica, y otro sector, como una jugada política para aprovechar una crisis laboral nacida del incumplimiento de la empresa minera Trident. La épica estuvo, un poco impostada, y poco tiene de romántica una situación recurrente en la zona norte, con epicentro en las minas de Andacollo. El tema “se solucionó”, por unos meses, con la asistencia financiera del gobierno para “acompañar” a los mineros en un presunto tránsito, el que iría entre una empresa que se va y otra que viene. El Estado, como había asegurado esta columna, no pagará sueldos ni estatizará la producción de minerales. Se limitará a volver a concesionar, en todo caso, tal vez con un celo mayor por el cumplimiento de las condiciones. En el gobierno son optimistas, y aseguran que “ya tiene interesados” el complejo minero en crisis. Habrá que esperar para constatar esta afirmación.

Mientras, es evidente que el énfasis que puso un sector de la oposición –el más kirchnerista- sobre los olvidos emepenistas acerca de la zona norte de la provincia, ha provocado una reacción en el gobierno. Por eso, se procurará demostrar con hechos que no existe tal olvido. Por ejemplo, en los próximos días se firmará el contrato para la construcción del complejo multipropósito de la represa del río Nahueve, esa obra que cuenta con el financiamiento en dólares aportado por los países árabes. La empresa que instalará la central es Rovella Carranza.

El gobierno de Gutiérrez vio la embestida política detrás de los puños apretados de los mineros en conflicto, y ahora está dispuesto a recuperar una iniciativa más allá de la cuarentena, la pandemia y el control sanitario. Pondrá en marcha, en las primeras semanas de junio, el parque eólico, el primero que se construyó en Neuquén, en cercanías de Picún Leufú. Y el propio Gutiérrez empezará a moverse por la provincia. Ya estuvo en Centenario, el viernes, y es probable que se lo empiece a ver, barbijo mediante, en otras localidades neuquinas, recuperando su hiperactividad, su marca de estilo, para hacer gestión y política.

Rubén Boggi

Fuente: Diariamente Neuquen