Esposas de combatientes de Azovstal: «Se están quedando sin comida, agua y medicamentos»

Kateryna, de 27 años, y Yuliya, de 29, hablan despacio, con la mirada perdida, pendientes del móvil, por si llegan noticias, mensajes o llamadas desde las entrañas de la acería Azovstal en Mariúpol. Allí dentro están sus maridos, el comandante del batallón Azov, Denis Prokopenko, y el oficial Arseniy Fedosiuk.

Han explicado su dramática situación al Papa en el Vaticano, y le han pedido ayuda para salvarlos, en nombre de otras 500 novias y esposas, pero también de viudas que reclaman el cadáver de su esposo.

¿Cómo ha sido el encuentro con el Papa?

Kateryna: Le hemos contado lo que está pasando en Azovstal, la situación de los heridos, las personas asesinadas, los combates. Le hemos pedido ayuda para que un tercer país los saque de allí.

A cambio, ellos se comprometen a interrumpir los combates.

¿Qué edad tienen vuestros maridos?

Yuliya: Arseniy tiene 29 años, y Denis, 30.

¿Cuándo fue la última vez que hablaron?

Y: Ayer por la noche. Me dijo que me ama, le dije que le amo y que haré de todo para salvarlo.

K: Hablé anoche con Arseniy. Me dijo que tiene síntomas de Covid, que está débil, y que no tiene antibióticos. Está muy débil, no puede curarse en estas condiciones…

¿Os ha transmitido el Papa algún mensaje para ellos?

Y: Dijo que rezará por nosotros y por nuestros maridos, por la guerra… Ahora seguimos esperando otras respuestas, que vean lo que está ocurriendo y en unos días haya alguna iniciativa… Espero que encuentren un modo para ayudarnos.

K: Cuando hablábamos, asentía a lo que decíamos, por ejemplo, que venga a Ucrania. Se ve que sabe lo que está pasando. Nos apoya.

¿Cuál es la situación en la acería Azovstal?

K: Están luchando. Los combates son muy duros porque han estado bombardeando todo el tiempo y están cayendo bombas pesadas que en los últimos días han destruido el hospital militar… Ya se están quedando sin comida, ni agua, ni medicamentos.

Y: Y lo peor es que no hay posibilidad de conseguir nuevos. Están haciendo vendas con trapos sucios. Aunque los heridos sean leves, como no hay antibióticos ni medicinas, su situación empeora muy deprisa. Ahora pueden morir sin antibióticos.

Antes, Kateryna había explicado que unos setecientos soldados heridos han tenido que ser amputados y tienen gangrena en Azovstal. Y que dentro hay «muchos muertos, que no pueden recibir una sepultura cristiana».

¿Les preocupa que Ucrania les abandone a su suerte?

Y: No, no nos dejarán. Nos están ayudando ahora. Nos ayuda la policía, la marina, el Ejército… Y se debe hacer aún más, también a través de los medios de comunicación. Hay que hacer de todo para salvarlos.

¿Qué piden ustedes a la comunidad internacional?

K: Que se forme una coalición de países, como un tercer bando en esta guerra, que pueda evacuar a todos, y que ayude a convencer a la Federación Rusa de que debe poner punto y final a esta guerra. Un país que sea valiente para evacuarlos. Quizá Suiza o Turquía. No sé.

¿Les molesta que el Papa quiera reunirse con Vladimir Putin antes de viajar a Ucrania?

Y: Lo principal no es dónde irá, sino que se resuelva esta situación. Si cree que es útil ir a Moscú, que vaya. Que hable con Putin y le diga que deje salir a nuestros maridos. Lo principal es que se resuelva esta guerra…

¿Regresan ahora a Ucrania?

K: Yo no quería salir del país. Llevo a Ucrania en mi corazón. Quería estar allí todo el tiempo que dure esta guerra. Pero como ha surgido la posibilidad de hablar con el Papa, vine para ayudar a salvar a mi marido.

Se despiden diciendo que están dispuestas a reunirse con sus maridos en cualquier país, pero que quieren regresar a casa y ayudar a reconstruir el país. «No queremos ser refugiadas», saluda una de ellas, en nombre de las 500.

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Fuente: ABC