Erdogan amenaza con una gran operación militar en Siria

El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, pidió «un alto el fuego inmediato en Idlib porque no hay una salida militar al conflicto» civil en Siria, pero hace tiempo que Rusia, Damasco y Turquía tienen sus propias agendas y no escuchan al organismo internacional. La falta de acuerdo entre rusos, aliados del presidente Bashar al Assad, y turcos, partidarios de los grupos opositores armados, vuelve a poner a los tres millones de civiles que viven en la provincia de Idlib a las puertas de una nueva catástrofe humanitaria en el conflicto de Siria.

Recep Tayyip Erdogan amenazó ayer con una operación militar a gran escala, que es «cuestión de tiempo», unas palabras a las que respondió el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, para advertir que se trataría del «peor escenario posible». Los datos ofrecidos por la ONU recogieron que durante el último fin de semana, unas 160.000 personas huyeron de la violencia, elevando a alrededor de 900.000 el número de desplazados desde el 1 de diciembre.

El Ejército sirio, con ayuda de Rusia, avanza desde el 1 de diciembre y tiene el objetivo de recuperar el control de Idlib, provincia fronteriza con Turquía controlada por el brazo sirio de Al Qaida y donde Ankara tiene una red de doce puestos de observación. Al menos catorce soldados turcos han muerto por fuego de las tropas de Damasco este mes y el ultimátum lanzado por Erdogan hace una semana no ha logrado frenar un avance que les ha permitido recuperar el control de la autopista que une Alepo con la capital.

Acuerdo vacío

Las conversaciones entre Ankara y Moscú, que hace más de un año firmaron un acuerdo para crear una zona desmilitarizada, no funcionaron y Erdogan informó de que «Turquía ha hecho ya todos los preparativos para llevar a cabo sus propios planes operativos en Idlib» porque «estamos muy lejos de lo que queremos». Los turcos cuentan ya con miles de hombres desplegados en Idlib y en la frontera y en caso de poner en marcha una operación se trataría de la cuarta que realiza en Siria. Fuentes de la oposición siria declararon a Reuters que «15.000 soldados turcos» estarían listos para cruzar la frontera.

Las palabras de Erdogan sobre este nueva ofensiva ocuparon los principales titulares del día de ayer en el país junto a la noticia de la detención del empresario Osman Kavala justo el mismo día en el que le absolvieron en el caso de las protestas del parque Gezi de 2013. La nueva acusación sobre Kavala es su supuesta implicación en el golpe de estado de 2016.

Desde Moscú respondieron de forma inmediata al presidente turco y aseguraron que ellos planean «seguir manteniendo contactos de trabajo con los colegas turcos para no permitir una escalada de la situación» y la ONU recordó a turcos y rusos que «pueden y deben tener un papel clave» para reducir la tensión, en palabras del enviado para Siria, Geir Pedersen, quien lamentó que las consecuencias de una nueva ofensiva serían «devastadoras». Casi 50.000 personas está refugiadas simplemente bajo los árboles o a la intemperie y hay informes diarios de bebés y niños que mueren de frío, subrayó la ONU.

El coordinador general de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Siria, Julien Delozanne, se sumó a la voz de alarma de Naciones Unidas y dijo que «la población se enfrenta a una situación desesperada» y resaltó que ahora «se están produciendo ataques en áreas que se consideraban seguras».

Entre dos fuegos

Turquía ya tiene a 3,5 millones de sirios refugiados y mantiene su frontera cerrada por lo que los desplazados de la provincia de Idlib se concentran en las zonas más próximas a la línea fronteriza. «Quienes huyen hacia el norte están siendo presionados en un territorio cada vez más pequeño cercado entre la línea del frente, por el este, y la frontera turca cerrada hacia el oeste», apuntaron desde MSF. Una situación desesperada que depende de las decisiones que se adopten en los despachos de Moscú y Ankara.