El virus del Ébola puede permanecer latente más de cinco en una persona recuperada para volver a reactivarse y provocar una nueva epidemia. Eso es lo que, según un estudio publicado hoy en «Nature», ocurrió en el reciente resurgimiento del Ébola en Guinea en febrero de 2021, cuyo origen parecer residir después de que el virus latente en un superviviente sin síntomas de la de la epidemia anterior se reactivara.
La conclusión de esta investigación deja un mensaje importante: para prevenir el riesgo de futuros brotes y prevenir una mayor estigmatización de los supervivientes es preciso reforzar la atención médica y social a largo plazo.
En el mes febrero de este año se declaró un nuevo brote de la enfermedad por el virus del Ébola en Guinea, país que había estado libre de ébola desde el final del brote de 2013-2016 en África Occidental.
Con el fin de determinar el origen de la epidemia, investigadores de la Universidad de Conakry (Guinea), dirigidos por el profesor Alpha Keita, secuenciaron genomas virales de 14 casos confirmados recientemente.
Los mismos genomas mostraron muchas menos mutaciones de las que se esperarían si el virus hubiera continuado replicándose y transmitiéndose de persona a persona durante los últimos seis años.
Los hallazgos, escriben los investigadores en su artículo, sugieren la posibilidad de que el virus reapareciera después de un largo período de latencia en un individuo infectado durante la epidemia anterior.
La teoría alternativa, es decir, que el virus causó un nuevo brote después de que saltara de los animales a los humanos, no encaja con los datos.
Ya se sabe que el virus del Ébola puede reactivarse en los cuerpos de las personas que se han recuperado de la infección y no presentan síntomas.
Sin embargo, el estudio sugiere que la persistencia y la reactivación pueden ocurrir durante períodos de tiempo mucho más largos de lo que se pensaba anteriormente; casi cinco años, en este caso.
El estudio tiene importantes implicaciones para la salud pública, incluida la posible necesidad de un seguimiento a largo plazo de los supervivientes de la enfermedad por el virus del Ébola para detectar la presencia del virus en los fluidos corporales o la vacunación para potenciar las respuestas de anticuerpos en estos individuos.
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Fuente: ABC
