Los servicios secretos italianos están en alarma ante la actividad de desinformación organizada por Rusia. Informes oficiales de los servicios de Inteligencia señalan episodios específicos y reconstruyen la planificación realizada por el Kremlin desde julio del 2021, cuando inició a perfilarse lo que Moscú llama eufemísticamente 'operación militar especial'. De esa estrategia del Kremlin no solo se encargan agentes secretos, sino también periodistas y profesionales de diversos sectores. Se trata de una clara «injerencia» de Rusia, reconoce Adolfo Urso, el presidente del Comité Parlamentario para la Seguridad Nacional (Copasir). Se ha evidenciado esa influencia del Kremlin en algunos medios italianos, en particular en los debates televisivos, con intervenciones de algunos comentaristas rusos que podrían estar al servicio del presidente ruso, Vladímir Putin, a sueldo del Kremlin.
El Copasir ha abierto una investigación sobre la injerencia rusa en los medios italianos, con cuatro sesiones parlamentarias desde el 11 al 18 de mayo. En la primera reunión de este comité parlamentario compareció el consejero delegado de la Radiotelevisión pública (RAI), Carlo Fuortes. Las reuniones del Copasir son secretas, pero algunos medios, como 'La Stampa', ofrecen esta cruda síntesis de la sesión. El consejero delegado de la RAI, al final, «salió siendo consciente de que su empresa ha sido atravesada varias veces por la desinformación rusa, porque se le da crédito a sujetos que no son quienes dicen ser». Algunos parlamentarios han referido las formas sobre cómo Moscú utiliza las armas de la propaganda: los invitados rusos entrevistados en los medios son casi siempre una expresión directa del Kremlin y actúan según directivas precisas para contaminar el debate con noticias falsas. Incluso figuras aparentemente independientes, no solo rusas, en realidad tienen vínculos con el régimen de Putin.
Centro de 'operaciones'
Los medios italianos han detallado algunos de los informadores o supuestos «espías» que intervienen en los debates de los canales italianos. La televisión rusa Zvezda, en particular, está en el centro de las 'operaciones' en Italia. Ha logrado que su periodista Nadana Fridrikhson, que trabaja para el Ministerio de Defensa, aparezca con bastante frecuencia en el canal La7 y también en Raitre. Otro invitado frecuente de La7 es Petr Fedorov, jefe de RTR, la rama internacional de la compañía de televisión rusa Vgtrk, una de las tres emisoras a las que se refirió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, con estas palabras: «Son portavoces que amplifican agresivamente las mentiras y la propaganda de Putin».
Contra la idea de acoger en los debates a propagandistas rusos, se ha expresado de forma rotunda el director del telediario de La7, Enrico Mentana: «Me siento orgulloso de no invitar a quien sostiene o justifica la invasión rusa en Ucrania», ha comentado el periodista. Por su parte, Nathalie Tocci, directora del Instituto italiano de Asuntos Internacionales, una de las investigadoras más solicitadas en las televisiones, se ha negado ya a ir a los debates con propagandistas rusos. «No estoy dispuesta -explica Tocci- a convertirme en cómplice de la desinformación y, como tal, para alimentar la guerra en curso, una guerra que se libra tanto en el campo de batalla como en los medios».
La intensidad que ha adquirido en el país transalpino el debate sobre la injerencia rusa en los medios se puede comprender con un simple dato: en las últimas elecciones generales, en marzo del 2018, resultó elegido un parlamento con casi dos tercios de sus miembros hostiles a los principios fundamentales de la democracia liberal, sumando los seguidores de Donald Trump, los admiradores de Putin y amigos del húngaro Orbán. El caso más llamativo ha sido el del senador del Movimiento 5 Estrellas, Vito Petrocelli, un filo-Putin, presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, que se ha visto obligado a abandonar la presidencia por declararse abiertamente a favor de la invasión de Ucrania.
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Fuente: ABC
