El moderado Keir Starmer sustituirá a Corbyn al frente del Partido Laborista británico

No había pasado aún la resaca del batacazo electoral del 12 de diciembre cuando las encuestas ya daban como favorito a Keir Starmer para suceder a Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista británico. El que fuera secretario en la sombra para el Brexit lideró desde entonces la carrera de la sucesión por delante de la protegida del corbynismo Rebecca Long-Bailey, del ala izquierdista del partido y de la estrella emergente de la formación, la diputada Lisa Nandy. El resultado de las encuestas fue confirmado esta mañana, cuando la formación izquierdista comunicó que efectivamemte, Starmer es el nuevo líder del partido, tras derrotar a Long-Bailey y a Nandy. Según cifras oficiales, votaron casi 785.000 miembros del partido.

La victoria de Starmer llega tras la derrota en las elecciones de diciembre, en las que el actual primer ministro Boris Johnson se hizo con la mayoría absoluta en el Parlamento, con 365 parlamentarios, mientras el Partido Laborista se hundió hasta los 203 escaños. Fue entonces cuando Jeremy Corbyn, anunció que dejaría paso a la sucesión.

Starmer, abogado de 57 años y experto en derechos humanos fue fiscal general y ocupa su escaño desde el año 2015, el mismo año en que Corbyn se hizo con el liderazgo del partido. Es un hombre reservado del que hasta ahora se conocía poco la opinión sobre asuntos clave, salvo en el caso del Brexit, ya que siempre se mostró a favor de un segundo referéndum. Moderado y europeísta, tiene ante sí la difícil tarea de reflotar un partido en horas bajas, cuyo ahora ex líder se retira de forma amarga tras haber sido incapaz no solo de reclutar a votantes nuevos, sino peor aún: de retener a los históricos. Los desafíos van más allá: la crisis del coronavirus es prioritaria y el principal partido de la oposición debe tener una posición firme con respecto a la gestión gubernamental. De la misma manera se espera que asuma una posición clara con respecto a la futura relación con la UE tras el Brexit. Y por otro lado están el enorme desafío de resolver las disputas internas, especialmente entre los aliados de Corbyn y sus detractores y responder a las denuncias de antisemitismo. "Si soy elegido líder, uniré el movimiento y retendré el radicalismo de los últimos cuatro años», había prometido Starmer.