El gran invento del famoso dosier del expresidente en Moscú

Fue el documento que marcó una presidencia, la de Donald J. Trump. Tras leerlo, uno nunca vuelve a recordar al expresidente igual, sobre todo después de que durante años se considerara creíble en el gran mentidero que es Washington. Días antes de que el ganador de las elecciones de 2016 tomara posesión del cargo, un medio digital publicó un escandaloso dosier atribuido a un solvente espía británico retirado, que afirmaba que el Kremlin tenía unos comprometedores vídeos de Trump que empleaba para chantajearle y manipularle.

El autor del dosier es, se supo después, el espía Christopher Steele (Aden, 1964), retirado del mítico MI6, que en junio de 2016 fue contratado por una consultora, Fusion GPS, que a su vez recibía dinero de un abogado de la campaña de Clinton.

El encargo a Steele, a quien se presumía bien conectado porque había servido en Moscú, era investigar los lazos de Trump con Rusia.

Finalmente, hoy se sabe que una de las fuentes del espía era un analista de inteligencia nacido en Rusia y residente en EE.UU. que le facilitó información más que dudosa: Igor Danchenko. El mes pasado la fiscalía imputó a este último por haberle mentido al FBI en sus interrogatorios sobre el origen y manejo del dosier.

El auto judicial deja entrever que aquel trabajo fue una chapuza, un compendio de 35 páginas cargadas de dimes y diretes obtenidos de oídas. Danchenko se ha declarado inocente.

Decía aquel desprestigiado informe que durante una visita a Moscú en 2013 para organizar el concurso de Miss Universo, de cuya franquicia era propietario, Trump «alquiló la suite presidencial del hotel Ritz Carlton, donde sabía que el presidente Obama —a quien odiaba— se había hospedado en visitas oficiales a Rusia, y profanó la cama donde había dormido con un grupo de prostitutas que practicaron una serie de lluvias doradas» [Es decir, orinaron sobre ella ante la mirada de Trump].

Graves conclusiones

Las conclusiones del dosier eran gravísimas, y más allá de esas supuestas aventuras de Trump en Moscú dignas de película erótica, Steele concluía que el candidato se había coordinado con Rusia para ganar las elecciones presidenciales. La inteligencia de EE.UU. le dio credibilidad porque tras su salida del MI6, Steele había sido colaborador e informante del FBI.

Steele alega que su trabajo fue profesional. A pesar de que en 2016 se reunió con periodistas para mostrarles su escandaloso dosier, ahora suele ignorar las peticiones de entrevistas. Sí se sentó hace unas semanas con la cadena ABC y le dijo: «Hay partes del dossier que se han confirmado, otras que no y una o dos que han sido desmentidas».

El problema es que las partes desmentidas son precisamente las más llamativas y escandalosas. El fiscal especial Robert Mueller en su informe final sobre la injerencia rusa investigó y no halló pruebas de que existan esas cintas con meretrices orinando. Sí confirmó que Rusia intervino para favorecer a Trump, aunque no logró dilucidar si este, como candidato, era consciente de ello.

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Fuente: ABC