El empresario secuestrado al viajar a África por una joven, ‘excomulgado’ por su párroco

A Claudio Formenton, 67 años, padre de familia y abuelo, empresario de éxito, le ha salido muy cara económica y socialmente un viaje a África, que planteó como una aventura amorosa con una joven de Costa de Marfil y acabó en un secuestro por un grupo de bandidos durante tres días, siendo rescatado por las fuerzas del orden marfileñas.

Formenton tiene una empresa de elaboración de mármol en Fossò, municipio de 7.000 habitantes, a 34 kilómetros de Venecia. Entre sus paisanos se había ganado fama de industrial serio, con un constante y generoso compromiso social, lo que llevó al párroco a nombrarlo ministro extraordinario para distribuir la Sagrada Comunión. Era en definitiva, un empresario modelo para sus paisanos: todo era trabajo, familia y ayuda parroquial.

Pero, ahora, al volver a su pueblo, Claudio se ha encontrado un clima enrarecido. El párroco, Claudio Savoldo, ha decidido revocar al empresario el papel de 'ministro de la Comunión', según cuenta el periódico veneciano 'Il Gazzettino'. «A la vista de las revelaciones que se han hecho sobre él, le será revocado definitivamente su encargo en la parroquia”, ha declarado el párroco, don Claudio Savoldo.

El secuestro

La soprendente historia a la que se refiere el sacerdote es la comidilla del pueblo y de toda Italia, porque casi todos los medios nacionales se han hecho eco de la noticia. Claudio Formenton decidió en noviembre viajar a Costa de Marfil, para conocer a una joven veinteañera, Olivia Martens, que había conocido mediante internet. Solamente la había visto por internet. Los investigadores suponen que ni siquiera exista la joven. Se trataría de un nombre supuesto. Oficialmente, en su empresa, familiares y amigos Formenton dijo que hacía un viaje humanitario a Costa de Marfil, para ver a un amigo misionero, el padre Mattia Mellis, que trabaja en la misión de Yopougan, y pasar una semana con él. Cuando llegó al aeropuerto de Abidjan, lo esperaba un chófer con un cartel en el que aparecía escrito su nombre.

Esa bienvenida se la había preparado la supuesta Olivia Martens, que actuó de cebo para que Formenton cayera en la trampa. El coche no llevó por un camino inesperado hasta una tienda de campaña aislada en un bosque. Pronto se percató que había caído en una trampa. Allí pasó la primera noche, vigilado por tres personas.

Al no dar señales de vida, pasados casi dos días, su familia avisó a la policía italiana. Entró así en acción la magistratura y el Grupo operativo especial (Ros) del Arma de los carabineros.

Los investigadores, coordinados por el fiscal Erminio Amelio, lograron detectar, mediante su teléfono móvil, que se encontraba en un hotel de la ciudad de Bonoua, tras haber pasado anteriormente por un par de escondites. Hasta la habitación del hotel, donde estaba vigilado por un secuestrador, llegaron las fuerzas del orden locales para liberarlo.

La familia pide silencio

Stefano Marrone, abogado del empresario Formenton ha pedido que se respete su privacidad, porque solo busca reposo y no desea hacer declaraciones. Su hermana, en la empresa, ha pedido también a los periodistas respeto y silencio: «Nosotros -ha comentado- somos una familia que siempre ha trabajado y se ha ganado todo con fatiga y sudor».

Al haber una denuncia e intervenir el cuerpo especial de los carabineros, la investigación de la magistratura sigue abierta. Formenton ha declarado a la policía que no sufrió maltrato y que no pagó rescate. Los investigadores están convencidos de que detrás de la supuesta Olivia Martens hay una banda que ha seguramente ha hecho caer en sus redes a otros hombres mayores con dinero. La triste aventura de Claudio Formenton enseña: viajar a otra parte del mundo para encontrar la joven de los sueños imaginada en internet mediante unas fotos y chats, el destino suele ser una trampa con repercusiones insospechadas. Claudio Formenton tiene que dar cuentas a la justicia, a la familia y a la comunidad parroquial. Y encima le ha costado ya la 'excomunión' de don Claudio Savoldo, su párroco.

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Fuente: ABC