El autor de la matanza racista de Búfalo se radicalizó por internet en la pandemia por «aburrimiento»

Payton Gendron, el sospechoso de la matanza racista de este fin de semana en Búfalo (Nueva York), fue investigado por la Policía del condado de Broome en junio del año pasado. Uno de los responsables del instituto en el que estudiaba, el Susquehanna Valley High School, avisó a las autoridades de que que Gendron, entonces de 17 años, había amenazado con tirotear a sus compañeros de clase «durante la graduación o algún tiempo después».

Gendron ya había mostrado comportamientos extraños. Durante una semana, apareció en el instituto con un traje de protección de materiales radioactivos. En clase de política, cuando tuvo que elegir un sistema de gobierno de su gusto, describió uno de estilo totalitario, hitleriano.

El incidente de la graduación no acabó con ninguna imputación.

Le hicieron una revisión de su salud mental, asistió a unas sesiones de terapia y eso fue todo.

La denuncia tampoco le impidió comprar, algunos meses después, varias armas de gran calibre de forma legal. Este sábado las utilizó para atacar un supermercado en un barrio negro de la segunda mayor ciudad del estado de Nueva York.

Entorno conservador

Gendron vivía en Conklin, una localidad de cinco mil habitantes, en el estado de Nueva York, pero en las antípodas de la ciudad que da nombre al estado. Es un entorno rural, tranquilo y seguro, a pocos kilómetros de la frontera con Pensilvania, con gente de clase media, en su gran mayoría blancos, de voto ‘trumpista’ y costumbres tradicionales, que viven en casas unifamiliares con jardines cuidados. La América convencional, que también domina el interior del estado de Nueva York, pese a que el gran peso demográfico, político y cultural esté en la gran ciudad.

Gendron vivía con sus padres, Paul y Pamela, ambos ingenieros civiles, y dos hermanos pequeños. El atacante se había matriculado en cursos de ingeniería de la universidad estatal local. Nada era en especial sobresaliente de la familia Gendron, aunque algunos han descrito a Paul como una persona «extraña» en declaraciones a medios locales como ‘Buffalo News’ y a Pamela con cierto aire de superioridad. Pero otros los retrataban como «gente normal» y otros como «fantásticos».

Sea como fuere, su primogénito cogió el coche el sábado y condujo durante más de tres horas hasta el supermercado en las afueras de Búfalo para perpetrar su matanza. Lo había telegrafiado todo en un manifiesto que colgó un par de días antes en internet.

En él, se mostraba sin ambages como un joven radicalizado hasta el extremo, consumido por la ideología racista del supremacismo blanco. Escribió 180 páginas en los que detalló cómo sería el ataque y en qué lo justificaba. Aseguró que se radicalizó por internet, en foros como 4chan, el mismo que diseminó las teorías conspiradoras de QAnon que han ganado peso en sectores del partido republicano. Fue durante la pandemia. Estaba «aburrido», escribió.

Supremacismo

Gendron, en esencia, justificó su ataque en la teoría supremacista del «reemplazo»: la idea -agitada por la extrema derecha estadounidense- de que la presencia creciente minorías raciales y los inmigrantes busca «acabar de forma racial y cultural» con los blancos de origen europeo. Gendron habló de «genocidio blanco», desgranó la diferencia en los índices de natalidad entre minorías raciales y la población blanca y cómo, en su relato racista, los demócratas lo promueven para ganar elecciones.

No es el caso del entorno de Gendron. Más del 95% de la población de Conklin es de raza blanca. Pero él buscó el distrito postal con mayor población negra. Lo encontró en Búfalo y fue a por él.

En el manifiesto describía con todo detalle qué haría ese día -incluso el bocadillo de fiambre de ternera que desayunaría- y a qué hora ejecutaría el ataque. Lo preveía a las 4 de la tarde, pero se adelantó en una hora. Mató a diez personas e hirió a otras tres. Diez de las víctimas eran de raza negra. Su plan incluía proseguir la matanza en las inmediaciones del supermercado. Pero se entregó a la policía en la puerta del establecimiento.

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Fuente: ABC