Poco después que Emmanuel Macron anunciase un «plan de relanzamiento» de la economía nacional, con más de 100.000 millones de euros de inversiones y ayudas, se sucedieron varias manifestaciones de protesta sindical, en París y varias capitales de provincias, marcadas por tensiones violentas y la reaparición de «chalecos amarillos» de ultra izquierda.
Globalmente, la celebración de la Fiesta Nacional, con una gran ceremonia, en la parisina Plaza de la Concordia, transcurrió en paz y un tono muy ecuménico, la mañana del martes.
En su entrevista televisada, posterior a las ceremonias oficiales, el presidente de la República reconoció su impopularidad, pero insistió en la necesidad de «seguir reformando y seguir siendo muy vigilantes, ya que la amenaza del coronavirus es siempre bien real».
Sin embargo, la gran celebración de la Fiesta Nacional comenzó por estar empañada por el lanzamiento del globos sindicales que decían «Macron está asfixiando a los hospitales».
Varias centrales sindicales habían convocado manifestaciones de protestas reclamando «más ayudas» para los hospitales.
A primera hora de la tarde, la manifestación de París, entre las plazas de la República y la Bastilla, comenzó muy pacíficamente, hasta que irrumpieron varios grupúsculos de«chalecos amarillos» de ultra izquierda, lanzando contra las fuerzas del orden botellas y objetos materiales.
Comenzaron unos enfrentamientos de relativa importancia. Muy minoritarios, quizá, pero sintomáticos. Hacía años, quizá décadas, que una jornada de Fiesta Nacional no estaba empañada por tensiones sociales.
A media tarde, los anti disturbios habían neutralizado las tensiones, de manera expeditiva, con cargas y gases lacrimógenos. Quedaba la evidencia: las promesas de inversiones multimillonarias no han conseguido sofocar unas tensiones que se inscriben en un clima de incertidumbre. Macron teme personalmente un crecimiento “alarmante” del paro de masas.
Fuente: ABC
