EE.UU. advierte que la V Flota «repelerá cualquier agresión»

En apariencia, el Gobierno de Estados Unidos no ha querido sobrerreaccionar ante el reciente ejercicio de la Guardia Revolucionaria iraní durante el cual lanzó misiles contra una réplica de un portaaviones norteamericano. «No buscamos conflictos», dijo ayer la comandante Rebecca Rebarich, que es la portavoz de la Quinta Flota de la Armada de EE.UU., cuyo cuartel está en Bahréin. «No podemos opinar sobre lo que Irán espera lograr con esta réplica, o qué valor estratégico esperarían obtener al usar tal réplica en un escenario de entrenamiento. Pero seguimos preparados para defender las fuerzas e intereses estadounidenses ante las amenazas marítimas en la región», añadió.

A nadie se le escapa en Washington, sin embargo, que la réplica es idéntica a los buques de clase Nimitz con los que la Armada de los EE.UU. navega habitualmente por el Golfo Pérsico. Aun así, en meses recientes la Casa Blanca se ha esforzado en reducir la tensión con Irán, aun después de la muerte hace meses, en un ataque con misiles, del general Qassem Suleimani, comandante de las temidas Fuerzas Quds. Irán, cuyo programa nuclear fue uno de los puntos de interés centrales de la política exterior de Donald Trump al inicio del mandato, ha quedado algo relegado a un segundo plano, ante el ascenso de China como gran rival del presidente en la escena internacional a medida que se acercan las elecciones.

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Hace apenas unos meses, sin embargo, ambos países estaban al borde de lo que parecía un conflicto inevitable. Tras la muerte de Suleimani, ordenada por Trump el 3 de enero, Irán respondió con un ataque con misiles a bases estadounidenses en Irak. Después, Trump rehusó responder, alegando que no hubo bajas en esos ataques. «Le voy a pedir a la OTAN que se implique más en Oriente Próximo», dijo entonces el presidente, dando para él por zanjada la crisis.

Cierto es que, dado como es a cambiar de parecer, días antes el presidente Trump había amenazado con bombardear las joyas históricas de Irán, algo que escandalizó a la comunidad internacional. Tras la condena dentro y fuera de EE.UU., Trump admitió durante una recepción: «Respetaré lo que diga la ley. Pero vale la pena recordar que matan a nuestra gente, se inmolan contra nuestros ciudadanos, pero tenemos que ser muy cuidadosos con sus tesoros culturales».

Hace algo más de un año, la República Islámica derribó un dron de vigilancia de EE.UU. en el estrecho de Ormuz, en lo que el Pentágono mantiene que eran aguas internacionales. El presidente ordenó entonces un ataque con misiles, pero al ser informado de que este provocaría al menos unas 150 bajas, abortó la operación. Según dijo después en redes sociales, no le parecía «una respuesta proporcional al derribo de un dron» sin tripulantes.

Irán ha sido tradicionalmente un enigma para la Casa Blanca, punto central en las agendas de todos los presidentes desde finales de los años 70. Es una nación adversaria de EE.UU. que en 1979 asaltó la embajada norteamericana y tomó 52 rehenes, probablemente hizo caer a Jimmy Carter por ello, ha desarrollado uno de los más complejos programas nucleares del mundo y se ha enfrentado por igual a Israel y Arabia Saudí, los más firmes aliados de Washington en el Golfo.

Un pie en Venezuela

Recientemente, ante la alarma de la Casa Blanca, el régimen de los ayatolás ha brindado ayuda al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, enviando gasolina para ayudar al chavismo a sortear una alarmante escasez. Aunque desde abril EE.UU. tiene uno de los mayores despliegues militares de su historia en el Caribe, su Armada finalmente no hizo nada para impedir la llegada de aquellos buques iraníes con gasolina a la costa venezolana. EE.UU. también ha denunciado el desembarco de la temida Fuerza Quds en Irán para apoyar al régimen de Maduro.

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Fuente: ABC