Cuando la artritis reumatoide no deja respirar

¿Artrosis o artritis? Muchas personas las confunden, pero no son la misma enfermedad. La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta aproximadamente a unas 200.000 personas en España. Y, al contrario de lo que se pueda pensar, aqueja a personas de cualquier edad, aunque suele presentarse entre los 45 y los 55 años, y es más frecuente en mujeres.

Cuando se piensa en ella la mayoría lo hace en sus síntomas sobre las articulaciones, especialmente en las manos. Y si bien afecta preferentemente a las articulaciones en ambos lados del cuerpo, por ejemplo, ambas muñecas, también puede dañar los órganos internos, como los pulmones.

«La artritis reumatoide es una de las patologías crónicas de origen autoinmune más frecuentes», señala la Dra. Gemma Bonilla, reumatóloga del Hospital la Paz de Madrid.

«Se trata de una enfermedad sistémica, si bien realmente existe una predilección por el aparato músculo esquelético, puede afectar a diferentes órganos y sistemas, y entre ellos el pulmón».

De hecho, señala, sus efectos en el sistema respiratorio son bastante frecuente y constituye una de las principales causas de morbilidad y mortalidad prematura. Recuerda la Dra. Bonilla que alrededor del 50% de los pacientes puede tener síntomas que afectan a otros órganos, como el pulmón.

Ello hace que, debido al alto impacto en la calidad de vida de quienes la padecen, el diagnóstico temprano es imprescindible, pero también lo es reconocer las potenciales complicaciones.

Especialmente importante, recuerda esta experta, ha sido este diagnóstico en la pandemia por el virus SARS-CoV-2, debido a la susceptibilidad de los pacientes con AR a cuadros infecciosos que pueden generar una gran morbimortalidad.

Sin embargo, la AR puede ser difícil de diagnosticar en sus primeras etapas, ya que los síntomas pueden parecerse a los de otras enfermedades.

Ningún análisis de sangre por sí solo puede confirmar un diagnóstico; ahora bien, algunos marcadores (VSG) o la proteína C reactiva (PCR) pueden indicar la presencia de un aumento de la inflamación en el cuerpo. Asimismo, realizar pruebas de autoanticuerpos que pueden desempeñar un papel predictivo en su desarrollo puede detectar a los pacientes de mayor riesgo.

Porque, aunque de momento no hay un tratamiento capaz de curar la enfermedad, sí hay terapias que consiguen parar la evolución de la enfermedad y mantenerla inactiva, evitando así las secuelas de la inflamación persistente.

Y aquí es donde es clave un diagnóstico precoz para iniciar el tratamiento lo antes posible. No hay que olvidar que los dos primeros años de la enfermedad son claves para mejorar el pronóstico funcional de los pacientes.

Hay que tener en cuenta que si la inflamación se mantiene a lo largo del tiempo puede conducir a la destrucción articular y a la invalidez progresiva.

De entre las complicaciones más graves que afectan al pulmón, subraya la Dra. Bonilla, es «extremadamente relevante el diagnóstico precoz de la enfermedad pulmonar intersticial difusa (EPID), una de las manifestaciones extraarticulares más frecuentes y graves de la AR».

Asegura la reumatóloga que es más «habitual en los varones, las personas con edad avanzada, aquellas que presentan un inicio AR tardío, las que tienen antecedentes de tabaquismo o aquellas que tienen una serie de marcadores inmunológicos positivos».

Aunque la prevalencia de EPID sintomática varía entre un 10% y un 40%, es hoy en día la segunda causa de muerte en la AR, por detrás de las complicaciones cardiovasculares. Y, de hecho, apunta la Dra. Bonilla, «tenemos la sensación de que cada vez – diagnosticamos con más frecuencia esta manifestación en AR y esto sin duda se debe a que cada vez – tenemos más conciencia de lo- importante que es».

¿Cómo diagnosticar la EPID?

Explica la Dra. Bonilla que es fundamental sospecharla en pacientes con AR con los marcadores FR y ACPA positivos, generalmente mayores de 40 años y fumadores, que noten disnea (sensación de falta de aire) o tos crónica.

También es importante realizar pruebas diagnósticas para conocer si padece esta complicación y valorar su actividad y extensión; el diagnóstico precoz y la instauración de un tratamiento adecuado son imprescindibles para frenar el proceso y evitar que la inflamación pulmonar no tratada conduzca a un estado de fibrosis pulmonar de mucho más difícil tratamiento.

Añade la Dra. Bonilla que en muchas ocasiones tardan en aparecer de tal manera que en algunos casos se detecta cuando ya está muy evolucionada. Por eso, subraya es importante un seguimiento de estos pacientes de forma periódica. «Y que incluya la auscultación pulmonar, porque podemos encontrarnos crepitantes». Los crepitantes son pequeños ruidos chasqueantes, burbujeantes o estrepitosos en los pulmones que escuchan cuando una persona inhala.

En este sentido, recientemente se han publicado los criterios de cribado de EPID avalados por la Sociedad Española de Reumatología y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica con el objetivo de identificar precozmente a los pacientes para que sean derivados a los servicios de Reumatología y Neumología.

Actualmente no hay un terapia que sea capaz de curar la artritis reumatoide pero si hay opciones de tratamiento que están centradas en reducir los síntomas e incluyen antiinflamatorios no esteroideos (AINE), y corticosteroides modificadores de la enfermedad (DMARD).

A tener en cuenta

La artritis reumatoide es una enfermedad mediada por el sistema inmunitario en la que este ataca por error las articulaciones y otras partes del cuerpo, creando una inflamación en el tejido que recubre el interior de las articulaciones lo que provoca hinchazón y dolor.

Los síntomas más comunes son: articulaciones sensibles, calientes e hinchadas, rigidez articular que suele empeorar por las mañanas y después de la inactividad, fatiga, fiebre y pérdida de apetito.

La enfermedad suele comenzar entre los 30 y los 60 años, pero puede presentarse a cualquier edad.

Las mujeres tienen hasta tres veces más probabilidades de desarrollar artritis reumatoide que los hombres.

Es más frecuente en personas con cierta predisposición genética, pero no significa que sea hereditaria ni que, necesariamente, los descendientes de una persona con AR tengan riesgo elevado de padecerla.

Puede ser difícil de diagnosticar en sus primeras etapas, ya que los síntomas pueden parecerse a los de otras enfermedades: ningún análisis de sangre por sí solo puede confirmar un diagnóstico de artritis reumatoide.

Actualmente no hay un tratamiento que cure la artritis reumatoide. Las opciones están centradas en reducir los síntomas.

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Fuente: ABC