‘Café para todos’ en el nuevo Gobierno alemán del socialdemócrata Scholz

Una mujer dispuesta a plantarle cara a China, a Rusia y a la OTAN al frente de la diplomacia. Un verde descolorido con mando en plaza del plenipotenciario Ministerio del Clima. Un liberal de la vieja escuela al volante de las Finanzas. Y un divulgador de partido, el Fernando Simón alemán, a la cabeza del Ministerio de Sanidad, que bien podría llamarse Ministerio de Pandemia. Este es el equipo con el que el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, gobernará Alemania a partir de ahora, una amalgama de sensibilidades ideológicas unida por el deseo de hacerse con el poder en la locomotora de Europa.

El semanario Der Spiegel nombró en su día a Scholz «la encarnación del aburrimiento», debido a su bajo perfil político y a su alergia a la polémica, pero el cóctel ministerial garantiza la diversión.

El canciller ha optado por el café para todos y el Partido Socialdemócrata se plantea una legislatura de transición cuyo principal objetivo es asentarse en el gobierno de Berlín. No en vano, este lunes se activa en la Casa Willy Brandt de la capital alemana un equipo de trabajo que se encargará de preparar la campaña de reelección, con nada menos que cuatro años de anticipación. Esta comisión de reelección está encabezada por Kevin Kunert.

El último secreto desvelado ha sido la identidad del Ministerio de Sanidad. Karl Lauterbach contaba con la aclamación general, después de que su popularidad haya ido subiendo durante la pandemia y a pesar de que su nombramiento dificultaba la paridad del gremio. Pero si bien es cierto que a lo largo de los últimos dos años se ha hecho un respetado experto en materia de coronavirus, también lo es que el Ministerio de Sanidad soporta sobre sus hombros la actividad de muchos grupos de presión que han aplastado pesos mucho más pesados que él. En todo caso, ha saludado su nombramiento con optimismo y ha dicho en sus primeras declaraciones que «a la pandemia todavía le queda tiempo, pero al final venceremos al virus». También ha advertido que «no será suficiente con las vacunas».

En cuanto a la exatleta y campeona de trampolín, Annalena Baerbock, candidata de los Verdes a la cancillería y primera mujer al frente de las Relaciones Exteriores alemanas, ha empezado con unas declaraciones hostiles a China que han merecido el primer comunicado de protesta de la Embajada china en Berlín, antes incluso de haber sido nombrada.

Tiene 40 años, es especialista en Derecho Internacional y se vio obligada a admitir varios «errores» durante la campaña electoral, como que olvidó declarar determinados ingresos como diputada del Bundestag y que en su libro, en el que se daba a conocer como candidata relatando su biografía y detallando sus convicciones programáticas, se incluyeron pasajes plagiados nada menos que de un documento del partido conservador CDU. Es madre de dos niñas, se graduó en la prestigiosa London School of Economics y ha prometido ubicar los derechos humanos en el centro de la diplomacia alemana, lo que supondrá dar carpetazo al proverbial pragmatismo de Merkel.

Baerbock y Lindner

Nadie alcanza a explicarse cómo se va a relacionar Baerbock en el gabinete con el liberal Christian Lindner, al que reiteradamente ha identificado como enemigo a batir. Aunque quedó cuarto en los comicios y es el socio más pequeño de la coalición, el Partido Liberal Democrático (FDP) se ha adjudicado la cartera de Finanzas, por la que pasará el gasto del resto de los Ministerios y que queda a cargo de Lindner, de 42 años, un dandy criticado por el culto a la personalidad impuesto en su formación política, opuesto a cualquier tipo de imposición y partidario de la austeridad. Aspira, por ejemplo, a que sean las empresas y no el gobierno quien lidere la transición energética que exige la protección del clima. Es una gran aficionado al los coches de época y en su página web podía leerse hasta hace no tanto que sus intereses fuera de la política versaban sobre «cualquier cosa que se pueda llenar con gasolina». Tampoco está claro cómo podrá entenderse Lindner con el ecologista Robert Habeck, que aglutina las carteras de Economía y Clima con intenciones de hacer su aportación de forma transversal en todos los ministerios con tal de cumplir el calendario contra el calentamiento global pactado por la nueva coalición, sobre todo la retirada del carbón para 2030. Habeck, de 52 años, pertenece al ala moderada de los realos', menos radical que los 'fundis'. Fue escritor antes que político y presume de planchar sus propias camisas. Así quedan ellas.

La primera tarea del canciller Scholz será cohesionar este equipo y mantener a todos ocupados y satisfechos. Cuenta para ello con la experiencia adquirida en el gabinete de ministros de Angela Merkel y con la ambición de permanecer en el poder de su incipiente gabinete, un microcosmos de biodiversidad política.

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Fuente: ABC