Britta Ernst, una primera dama para Alemania poco común

«Ella es mi prioridad, no la política», dice el nuevo canciller alemán sobre su esposa, la ministra regional de Educación de Brandemburgo desde 2017 Britta Ernst. Ayer, mientras Scholz presentaba su acuerdo de coalición en la capital alemana, Ernst, de 60 años, dejaba claro ante la prensa local que ella seguirá desempeñando su cargo y justificaba su decisión de enviar a todos los estudiantes de Brandeburgo tres días antes a las vacaciones de Navidad debido a la pandemia. El jueves tiene previsto participar en una rueda de prensa para explicar su programa de formación del profesorado sobre los abusos sexuales en la infancia, dando ya las primeras señales de que no será una primera dama al uso.

La pareja

se casó en 1998 y no tiene hijos. Ya en 2011, cuando Scholz se convirtió en alcalde de Hamburgo, Ernst evitó asumir el papel clásico y mantuvo su independencia política. En 2018 se mudaron a Potsdam, a media hora de Berlín, donde han encontrado un «hogar definitivo». Ella asumió en enero la presidencia de la Conferencia de Ministros de Educación y Asuntos Culturales (KMK) de los Bundesländer, de especial relevancia en tiempos de coronavirus. Hasta ahora ninguna pareja del jefe de gobierno alemán ha logrado escapar de las responsabilidades de representación, ni siquiera el discretísimo marido de Merkel, el reconocido y ocupado científico Joachim Sauer, de manera que Britta tendrá ahora que reorganizarse. Lo que Scholz piensa de las preguntas sobre si su esposa seguirá trabajando mientras él es canciller, lo dejó claro a finales de julio en una charla con la revista femenina 'Brigitte'. «Esa es una pregunta que me indigna. No sé si esto también se les pedirá a los hombres que son cónyuges», dijo, aprovechando la oportunidad para destacar la exitosa carrera política de su esposa.

Se conocieron cuando ambos eran estudiantes en Hamburgo. Ernst comenzó a militar en el SPD en 1978, cuando tenía 17 años, y trabajó desde entonces como asistente de varios senadores. Con el tiempo se concentró en el sector escolar y educativo. Mientras Scholz experimentaba sus propios altibajos en la política regional y federal, la asistente de administración de bienes raíces y vivienda capacitada, que después estudió también Economía social, siguió su propio camino en Hamburgo, inicialmente como miembro del parlamento regional. En 2014 se convirtió en ministra de Educación en Schleswig-Holstein y, tras la derrota del SPD en las elecciones regionales de 2017, perdió su puesto. Un poco más tarde, sin embargo, surgió una nueva oportunidad en Brandeburgo: el presidente regional Dietmar Woidke se la llevó a Potsdam, donde continuó con su especialidad.

En la campaña electoral se mantuvo completamente al margen. Ambos han protegido siempre su vida privada, aunque sus amigos cuentan que si Olaf sale a correr a diario desde hace más de 20 años es por presión de su esposa y que para ella aprendió a cocinar Königsberger Klopse. Scholz confiesa sin pudor que Britta es «el amor de mi vida, sin ella sería definitivamente una persona completamente diferente y, gracias a ella, claramente soy una persona mejor».

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Fuente: ABC