Austria pide al Consejo Europeo un pasaporte de vacunas

El Consejo Europeo, que reunirá hoy a los jefes de gobierno de los países miembros de la unión, será el consejo en el que se decida qué va a pasar en las vacaciones de verano. Las de Semana Santa ya están perdidas, para los turoperadores y para buena parte de los sufridos ciudadanos, pero el verano hay que organizarlo con criterios comunes. Ese es el criterio de la Comisión Europea y el sector turístico español se juega mucho en la reunión, a la que el canciller de Austria, el conservador Sebastian Kurz, acude exigiendo un pasaporte europeo de vacunación, un «pase verde» como el de Israel, que conceda mayores libertades y derechos a los ciudadanos ya vacunados contra el coronavirus.

«Es necesario un pase verde para aquellos que se hayan vacunado ya, los que se han infectado con Covid-19 recientemente, por lo que ya tienen anticuerpos, y para los que se acaban de hacer un test con resultado negativo», ha declarado Kurz, que amenaza con actuar por su cuenta si Europa no responde afirmativamente a su propuesta. Austria y otros países pondrá en marcha el proyecto «a nivel nacional» si no hay consenso en el Consejo Europeo porque «necesitamos en el seno de la UE recuperar la libertad para viajar y para ello el pase verde sería una buena base».

Kurz tiene en mente un pasaporte de vacunación europeo de formato digital, que los ciudadanos llevarían en su teléfono móvil y en el que constaría la marca y fecha de la vacuna, así como otros datos médicos sobre historial de infecciones y test realizados con su correspondientes resultados, un banco de datos personales prácticamente imposible de proteger en un teléfono móvil. Su propuesta ignora, además, la discriminación que sufrirían los ciudadanos sin ese pasaporte de vacunación, que no tendrían derecho a la misma libertad de movimientos que los ya vacunados o los que hasta ahora no se han infectado con Covid-19, una marginación que órganos muy respetables como el Consejo Ético alemán han descartado por ilícita. La principal razón del rechazo a normas especiales para las personas vacunadas es la incertidumbre que aún reina acerca de si quienes se vacunan pueden seguir contagiando de coronavirus a otras personas, según ha explicado recientemente la presidenta del Consejo Alemán de Ética, Alena Buyx, este jueves. Y en cuando pueda reducirse exitosamente el riesgo de infección, ha insistido Buyx, las medidas que incluyen una vulneración de los derechos fundamentales de las personas, como la libertad de movimiento, deberían ser retiradas para todos los ciudadanos.

Acelerar la llegada de la normalidad

Kurz tampoco tiene en cuenta que no todos los ciudadanos europeos están teniendo las mismas posibilidades de vacunarse. Cerca de un 4% de los austriacos ya están vacunados, más del 5% en cantones como Carintia, pero esos porcentajes aumentan más lentamente en otros países de la unión, en un contexto de escasez de dosis que retrasa las campañas de vacunación. Israel, el país que Kurz pone como ejemplo, es el país del mundo que más ha vacunado a su población contra el coronavirus y por tanto la aplicación del pasaporte de vacunación parte de unas condiciones muy diferentes.

El canciller austriaco asegura que ha hablado ya por teléfono con varios jefes de gobierno europeos para promover el apoyo a su propuesta y también ha comentado los detalles de la implementación del pasaporte de vacunación en una conversación con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Está convencido de que el pasaporte de vacunación contribuiría a acelerar la llegada de la normalidad. «Queremos volver lo antes posible a nuestra vida de antes. Queremos volver a la libertad de poder viajar dentro de Europa, ya sea por negocios o por placer», ha dicho.

Suecia y Dinamarca estarían en principio de acuerdo con esta iniciativa, que sin embargo espanta a las organizaciones protectoras de los derechos civiles. El secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, ha provocado recientemente un escándalo al afirmar en una entrevista de radio que los británicos podrían tener que presentar pruebas de vacunación para entrar a bares y tiendas de abarrotes. «Es algo que no se ha descartado y está bajo consideración, pero por supuesto que hay que hacerlo viable», dijo Raab. El ministro de Finanzas de Dinamarca, Morten Bødskov, está decidido a convertir al país escandinavo en el primero del mundo en hacerlo. «Dinamarca todavía está muy afectada por la pandemia3, dijo Bødskov, «pero hay partes de la sociedad danesa que necesitan avanzar y una comunidad empresarial que necesita poder viajar».

Estonia está trabajando con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un proyecto para crear una certificación de vacunación electrónica estandarizada que el país espera se convierta en el «estándar de oro» y atraiga el reconocimiento mundial. Marten Kaevats, asesor del gobierno de Estonia en tecnología, ha advertido que el principal desafío es garantizar la verificación del certificado, poder «confiar en la fuente».

También en Grecia, Islandia, Hungría, Lituania y empresas farmacéuticas han anunciado iniciativas similares basadas en códigos QR o incluso tecnología de reconocimiento facial, países cuyos sistemas de datos y de registros médicos electrónicos son muy diferentes. Hay países, de hecho, que ni siquiera mantienen registros médicos digitales, por lo que el pasaporte de vacunación partiría de una base relativamente arbitraria. Tampoco hay consenso sobre qué reglas deben aplicarse a los viajeros que recibieron vacunas no aprobadas por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). Los expertos de la OMS hasta ahora se han negado a recomendar pasaportes de vacunación para viajar, disuadidos por los temores de una implementación desordenada y expuesta a la corrupción, además de subrayar que no hay datos que demuestren que quienes han sido inoculados no vayan a contagiar el virus a otras personas.

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Fuente: ABC