Apuntan a Israel como autor del ciberataque a una central nuclear de Irán

Los medios israelíes atribuyeron al Mossad el ciberataque que causó el apagón en la central nuclear de Natanz, epicentro del programa atómico de Irán. La supuesta operación de los servicios israelíes coincide con la visita a Tel Aviv del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, y se produce 24 horas después de que la república islámica pusiera en marcha en esta planta centrifugadoras de última generación para enriquecer uranio a mayor velocidad.

En un primer momento Teherán informó de un «accidente», pero con el paso de las horas confirmó el «sabotaje» y el director de la Organización de la Energía Atómica iraní, Ali Akbar Salehi, denunció un «acto de terrorismo nuclear» en un lugar que ya fue también atacado el verano pasado. Este ciberataque complica la estrategia negociadora del presidente Hasán Rohani, que desde hace una semana mantiene un diálogo indirecto con Washington para intentar recuperar el acuerdo nuclear, y da argumentos a los sectores más radicales del país, que piden frenar la negociación.

Israel no suele confirmar ni desmentir sus operaciones en Irán, pero en esta ocasión la prensa nacional informó desde los primeros instantes de forma unánime de que lo sucedido en Natanz era un ciberataque y no un simple problema eléctrico. Desde la cadena nacional Kan, que comparó esta operación con los ataques Stuxnet de hace una década, hasta el Canal 12 o diarios como ‘The Jerusalem Post’ o ‘The Times of Israel’ apuntaron directamente a la implicación del Mossad. El ataque informático Stuxnet, operación conjunta entre Estados Unidos e Israel, logró destruir más de mil centrifugadoras.

En medio de las acusaciones lanzadas por la república islámica, el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Aviv Kohavi, destacó que «las operaciones militares israelíes en Oriente Próximo no están ocultas a los ojos de los enemigos (…). Gracias a estas complejas y sofisticadas operaciones, el año pasado ha sido uno de los años más seguros conocidos por los ciudadanos del Estado de Israel. Seguiremos actuando con potencia y discreción».

Guerra abierta

La que hasta ahora era una especie de guerra oculta entre iraníes e israelíes lo es cada vez menos. En menos de una semana es la segunda vez que los iraníes acusan a su enemigo de un ataque, tras la explosión sufrida por el barco Saviz en el mar Rojo. Esta era una ‘embarcación de carga’ para los primeros, mientras que fuentes estadounidenses lo describieron como un navío espía de la Guardia Revolucionaria.

En el caso de Natanz se repitió la situación del pasado verano, cuando tras informar primeramente de un «accidente», la república islámica terminó denunciando un «acto de terrorismo». Salehi admitió que «la sala de ensamblaje de centrifugadoras fue volada por el enemigo hace unos meses, pero no nos hemos parado y hemos montado una sala provisional que sustituye a la que perdimos». El apagón causado esta vez por el ataque informático «no ha provocado ni víctimas ni escape alguno de material radioactivo», apuntó el portavoz de la agencia nuclear iraní, Behruz Kamalvandi.

Cerco a Rohani

El sabotaje es doble, ya que además de ralentizar el programa nuclear iraní, los autores logran estrechar el cerco sobre un Rohani criticado por el sector ultraconservador por su intento de volver al acuerdo nuclear. Desde hace una semana Irán y Estados Unidos mantienen reuniones indirectas en Viena con la mediación de la Unión Europea con el objetivo de restaurar el pacto que rompió Donald Trump.

El texto de 2015 garantizaba la limitación del enriquecimiento de uranio por parte de la república islámica, pero tras la decisión de Trump los iraníes han ido dando pasos que les alejan del texto inicial como medida de presión. Ahora vuelven a sentarse para tratar de que los iraníes den marcha atrás y los estadounidenses levanten los castigos, el problema radica en que ninguno quiere dar el primer paso.

Israel es uno de los países que más firmemente se oponen a la negociación y apuesta por mantener la política de presión máxima y de sanciones de la era Trump.

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Fuente: ABC