Abrupto final de la carrera del ‘niño prodigio’ de Austria: el conservador Kurz abandona la política

La oficina de Sebastian Kurz, canciller de Austria hasta el pasado 9 de octubre, ha convocada a la prensa para una declaración que tendrá lugar a las 11:30 y en la que, según adelanta el diario Kronen dimitirá de todos sus cargos políticos. El actual presidente de Partido Popular Austriaco (ÖVP), a sus 35 años de edad, se estaría retirando por completo de la política. El nacimiento de su primer hijo el pasado fin de semana, aseguran círculos personales de Kurz, ha «hecho clic» y le ha dado «el último empujón para tomar esta decisión». A los motivos personales se suma su dimisión en octubre, después de que la Fiscalía anticorrupción le abriese una investigación por sospecha de falso testimonio en la Comisión Parlamentaria de Investigación sobre el 'caso Ibiza' y por sospecha de abuso de confianza. Varios informes periodísticos habían apuntado que Kurz y varios de sus colegas políticos promovieron su ascenso a la cima del gobierno con la ayuda del dinero de los contribuyentes, comprando espacios de publicidad estatal a medios que, a cambio, publicaban encuestas favorables. Kurz ha negado desde el principio estas acusaciones.

Su sucesor como canciller es desde su dimisión el anterior ministro de Relaciones Exteriores, Alexander Schallenberg. El ministro del Interior, Karl Nehammer, sería ser el nuevo jefe del ÖVP, según designación del propio Kurz, aunque la ministra Karoline Edtstadler también está en discusión con «oportunidades externas», según fuentes del partido. Sus actuales socios de gobierno del partido Los Verdes se han enterado por los medios y algunos parlamentarios ya han expresado en redes sociales sus reacciones sobre la salida del ex canciller. El socialdemócrata (SPÖ) Mario Lindner, del SPÖ, saluda «un buen día para Austria y el mundo» y añade que «Kurz finalmente está haciendo lo correcto». Franz Schnabl, jefe de SPÖ en Baja Austria, lo ve de esta manera: «Una renuncia que se acerca a una admisión de culpabilidad».

Precocidad

Terminaría así la carrera pública de ensueño del apodado «niño prodigio de la política austriaca», por su precocidad, aunque es muy posible que Kurz continúe brillando en el sector privado. Nacido en 1986, hijo de un técnico y una profesora, siempre fue un hombre impaciente y su ascenso meteórico fue comparado al del presidente francés, Emmanuel Macron. Con solo 24 años, ya fue elegido secretario de Estado, antes de terminar sus estudios de Derecho, y con 27 años ya estaba al frente del ministerio de Relaciones Exteriores. Su llegada a la cancillería austríaca, en diciembre de 2017, lo convirtió en el dirigente más joven de Europa, con solo 31 años, y en la esperanza de un líder conservador europeo que conectase realmente con el sentir de los votantes más jóvenes. En Austria, desde luego, consiguió renovar la imagen del Partido Popular, no solamente gracias a su imagen de yerno perfecto, sino también por su pragmatismo, sentido moderno de la comunicación y capacidad de agitación, a pesar de su tono, eternamente tranquilo.

Tras ganar sus primeras elecciones legislativas, en octubre de 2019, decidió pactar con la formación ultraderechista FPÖ para obtener una mayoría parlamentaria y formar gobierno. En una Austria próspera, pero socialmente desestabilizada por la llegada de inmigrantes, propuso sin pudor el cierre de fronteras y duras condiciones de acceso al asilo. Esa batería de medidas votada durante su primer mandato y sus tensas relaciones con los medios lo convirtieron en un personaje polémico, con ciertas similitudes con su homólogo húngaro, Viktor Orban, al que consideraba el precursor del 'puente' entre la derecha y la ultraderecha. Por otra parte, siempre reivindicó sus principios europeístas pero no corrigió las provocaciones de sus primeros socios del FPÖ e incluso llegó a plantarle cara a la mismísima Angela Merkel cuando en Bruselas nadie osaba toser a la canciller alemana.

El primer ejecutivo del joven canciller tuvo un final repentino en mayo de 2019 con el estallido del escándalo conocido como el 'Ibizagate', que salpicó a sus socios de la ultraderecha. En ese caso de corrupción, el líder de la extrema derecha austríaca ofreció contratos públicos a cambio de apoyo electoral a una mujer que se hacía pasar por la sobrina de un oligarca ruso, según un video grabado con una cámara oculta que resultó ser una trampa de varios medios de comunicación. El 'Ibizagate' desembocó en una moción de censura contra el ejecutivo, la primera en la historia de Austria, pero no impidió a Kurz mejorar sus resultados en las legislativas celebradas a finales de septiembre de 2019. Tras esos comicios, hizo toda una demostración de pragmatismo político y decidió un cambio radical de aliados. En enero de 2020, configuró su segundo ejecutivo pactando con los Verdes, una formación de centro-izquierda. Seguía aquí el ejemplo de Merkel, que habían intentado previamente esta asociación en Alemania para su cuarta legislatura. Y consiguió un gobierno muy activo y armonioso hasta el estallido del último escándalo, que toca a varios de sus más directos colaboradores y que, debido al tono de algunos mensajes privados que han sido publicados, ha dañado definitivamente la imagen del sentido de Estado de Sebastian Kurz.

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Fuente: ABC